El mayor mérito de Suecia fue disimular sus limitaciones en los dos primeros encuentros para usufructuar la posición superior -como si se tratara de una partida de ajedrez- con la que llegó al último partido de la primera fase. Es imposible asegurarlo, carecería de seriedad y rigurosidad periodística, pero si los escandinavos hubieran estado en igualdad de condiciones, hubieran sido fácilmente sometidos por Argentina. Para que ello no suceda colaboraron sus cuatro puntos y la exasperante y sorprendente ineficacia ofensiva del equipo de Bielsa.
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