El conjunto africano llegó a Japón para despedir a una generación brillante y darle la bienvenida a los nuevos exponentes del fútbol nigeriano. Ese mix degeneró en un equipo casi sin sustancia futbolística que jamás encontró el mínimo resquicio para hacerse protagonista y además volvió a mostrar el increíble amateurismo con que afrontan ciertas circunstancias del juego en las que las Aguilas Verdes dejan la sensación de estar conformes con cualquier cosa que suceda. No es que carezcan de hambre de gloria, todavía son, futbolísticamente, muy irresponsables.
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