Año CXXXV
 Nº 49.506
Rosario,
martes  11 de
junio de 2002
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Björn Gezelius estudia en el Superior de Comercio por un programa de intercambio cultural
Un sueco en el barrio
El hincha nórdico y su amigo, el rosarino Fausto Wöelflin, dialogaron con Ovacion sobre el partido de mañana a la madrugada, que desvela al país

Pablo F. Mihal / La Capital

Rubio, alto y de enormes ojos celestes Björn Gezelius no pasa desapercibido. Es sueco, tiene 16 años y por un intercambio cultural llegó a Rosario el 4 de marzo dejando atrás a su Samdviken querido, un pueblo de unas 13 mil almas, a dos horas de Estocolmo.
Es el más chico de cuatro hermanos: Knut (de 24), Karl (de 21) y Lars (de 18), quienes eligieron Estados Unidos para realizar el mismo intercambio. Pero el benjamín quiso recorrer otro camino y como quería aprender español su elección tenía nombre propio: Argentina.
Y fue así como Björn arribó a Rosario. La familia de Fausto Wöelflin, un adolescente como él que estudia en el 2º año Polimodal C del turno mañana del Superior de Comercio, lo cobijó en su seno y ahora empieza a desenvolverse en la ciudad con cierta naturalidad.
Pero lo que menos imaginó este chico es que llegó a un país donde su gente le da más importancia al futuro del conjunto de Bielsa que a la libertad de Cavallo o a la falta de trabajo. En ese contexto y tras la derrota de Argentina ante Inglaterra y en la vigilia del partido contra Suecia, la selección de su país, como hincha podría decirse que está en el lugar menos indicado y oportuno.
Tanto Fausto como Björn son amigos, compinches, pero eso no los exime de las gastadas. En el Superior de Comercio, entre risas y tiernas amenazas comenzaron a hacerse sentir las curtidas, las que con el correr de las horas van en aumento. Es que en el colegio, Björn es muy querido, pero... es sueco.
"No sólo en el grupo cayó muy bien, sino tiene todas las minas atrás", confió Fausto Wöelflin, su anfitrión en Argentina y compañero de andanzas, al hablar de su amigo.
Tratando de ganarle unos minutos más al calor de la cama y casi sin desayunar salen corriendo hacia el colegio porque se les hace tarde. A ellos, claro está, poco les importa. Ya en clase, Björn, que trata de asimilar la mayor cantidad de cosas, "pero se aburre como un hongo porque las profesoras hablan a un ritmo más intenso que el que puede comprender", grafica Fausto.
Los miércoles tienen contraturno y en la hora de educación física practican vóley y fútbol cinco. Y se ve que el suequito la mueve, aunque reconoce que se siente más cómodo jugando fútbol de campo. Los restantes días Björn toma clases de español o despunta su vicio: toca el trombón en dos bandas.
"En Argentina me siento cómodo. Rosario me gusta, es una ciudad muy grande y es muy distinta a Samdviken. Pero también veo cosas feas. Sé que la situación es mala pero me llama la atención ver a la gente revolviendo la basura", aceptó el sueco.

De cara al partido
De repente la conversación cambió de rumbo y se orientó netamente al partido de mañana a la madrugada. En su análisis, Fausto, al mejor estilo Wolf, enfatizó: "Contra Nigeria los vi bastante seguros, pero contra Inglaterra no. El primer tiempo jugaron muy atrás y después, cuando fueron a buscar el partido, ya era demasiado tarde". "Ahora contra Suecia, Argentina necesita ganar y le vamos a meter tres goles como sea... dos de Bati y uno de Crespo, de cabeza", con lo que perdió toda compostura sobre el final del análisis. \A un costado Björn sonreía: "El sabe que van a perder, ahora tiene que rezar para que Inglaterra pierda con Nigeria", sentenció Fausto para luego dar paso a su amigo. \Tímidamente, como con temor a equivocarse, Björn opinó: "Argentina tiene mejores jugadores, pero Suecia juega mejor en equipo. No sé quién va a ganar, es muy difícil dar un resultado pero obviamente yo quiero que gane Suecia". \De un triunfo de Suecia ni se habla. ¿Qué pasa si ganan? ¿Björn va a estar solo festejando en el Monumento? "Si gana Suecia que ni salga de mi casa. Es más, desde mañana hasta el viernes dejamos de ser amigos. Porque si Argentina gana no voy a poder aguantarme las ganas de curtirlo. Y si pierde..." \"El miércoles se vuelven", interrumpió el sueco, que cazó al vuelo la charla y dejó de lado su timidez. Sabedor de que a Argentina sólo le sirve ganar, el sueco corre con una pequeña ventaja, pero ésta no eclipsa la esperanza que, como en Fausto, tiene encendida todo el pueblo argentino. Lo cierto es que 22 hombres lejos de este escenario son los que tendrán la última palabra.



El rosarino y el sueco comparten el estudio.
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