El italiano Pierluigi Collina jugó a la altura de las circunstancias y sancionó con justicia la jugada más difícil del partido que fue el penal en favor del conjunto inglés. Si bien fue benévolo con algunos roces importantes que se produjeron en la primera mitad, mantuvo de riendas cortas a un partido que por sus características de clásico tranquilamente podría haberlo desbordado. Su defecto fue no comprometerse demasiado en las áreas cuando los atacantes fueron a buscar su suerte en las pelotas paradas. En esas instancias, el Pelado pareció siempre predispuesto a premiar la limpieza de los defensores.
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