Se impone un cambio de la relación entre la Nación y las provincias y una profundísima reforma pública del Estado nacional. Es el aparato público nacional el que dilapida mayormente los recursos con el sobredimensionado empleo público. Los ministerios y organismos descentralizados o autárquicos están llenos de ñoquis históricos (las denominadas “capas geológicas” de cada administración). En el Estado nacional el sueldo mínimo es de 1.500 pesos y la mayoría de esos agentes están en Capital Federal y Buenos Aires. Es cierto que muchas provincias muestran números francamente desfavorables; pero son algunas. El remanido latiguillo de que el interior es el mayor responsable del desaguisado responde a la histórica concepción unitaria.
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