Japón es un país enigmático por excelencia, donde se funden la más pura tradición, con sofisticados avances tecnológicos. Es una atractiva mezcla de opuestos: lo viejo y lo nuevo, el este y el oeste; uno de los países más modernos, que conserva al mismo tiempo sus tradiciones antiguas y una conciencia de miles de años de historia.
La geografía de Japón ejerce un poderoso efecto sobre la vida de su gente. Los japoneses llaman a su país Nipón, que quiere decir la razón del sol o la tierra del sol naciente.
El paisaje cambia continuamente: islas, montañas, nunca se está lejos del mar y hasta se producen erupciones volcánicas. El resultado es una variedad espectacular en un terreno de pastos ondulantes, amplias llanuras abiertas, profundas gargantas y escabrosas e impactantes montañas volcánicas.
Es una sociedad ordenada y segura, extremadamente agradable y cómoda de visitar. El transporte público funciona con asombrosa eficiencia, el metro, los autobuses y los trenes son de la más moderna tecnología, extremadamente suaves y cumplen con los horarios establecidos a la perfección.
Comencemos por un recorrido en Tokio. Es una ciudad increíble, los jardines, los museos, la arquitectura moderna, los barrios, templos y santuarios y las aguas termales invitan a explorarla.
La mejor forma de experimentar Tokio es a pie, aunque es una ciudad gigantesca, es perfectamente segura. Cada barrio tiene su propio corazón. Ginza es sinónimo de esplendor, es el más famoso barrio comercial de Japón, donde negocios de afamadas marcas deslumbran por su decoración. Además hay galerías de arte, restaurantes, teatros y cines.
Mansiones maravillosas
Asakusa, por su parte, es el corazón de la antigua Edo, donde vivían los daimyo y samurai en maravillosas mansiones. Quedan pocos edificios antiguos, pero se mantiene el ambiente ruidoso. Aquí encontramos el templo más antiguo y querido de Tokio, el Asakusa Kannon, llamado también Sensoji, fundado en el 628.
En tanto, Roppongi es el barrio de la noche, es la parte más cosmopolita de la ciudad, también frecuentada por los personajes más llamativos y extravagantes, donde es común cruzarse con modelos y actores de todas las nacionalidades.
Uno de los lugares de encuentro más famosos de Tokio es la estatua de Hachiko, el perro, en la plaza de la estación. El animal esperó durante muchos años a su amo muerto, y es el ejemplo de la fidelidad. En sus cercanías las calles fluyen en todas las direcciones y encontramos la famosa pantalla Sony.
El palacio imperial Kokyo, es un centro tranquilo situado en el corazón de Tokio, donde vive el emperador y su familia. El palacio está oculto en lo más profundo de bosques y jardines. Es el lugar donde se inició la emblemática capital de Japón.
La antigua ciudad de Kamakura, donde el espectacular Gran Buda, constituye todo un símbolo. La figura sentada tiene 11.4 metros de altura y está fundida en bronce. El buda está sentado, con los ojos bajos, en meditación. La sensación que produce al verlo es de verdadera paz y tranquilidad.
Hakone es otro sitio recomendable de visitar en los alrededores de Tokio por sus paisajes naturales. Posee un sereno lago, además de aguas termales, un hotel de principios de siglo y el monte Fuyi.
En el tren bala se puede llegar hasta Kyoto, una ciudad tranquila, con industrias y muy comercial. Tiene 400 santuarios shintoístas, 60 jardines, tres palacios imperiales y museos. La mayoría de los lugares sólo son accesibles en autobús, pero por el centro de la ciudad corre un sistema rudimentario de metro.
Edificios famosos
Algunos de los edificios más antiguos y famosos de Kyoto se encuentran fuera de la ciudad. El Kinkakuji, el fabuloso Pabellón Dorado es uno de los primeros lugares que se puede visitar en Kyoto. Es pequeño y delicado, ubicado al borde de un gran lago. Los muros, columnas y aguilones de los dos pisos superiores están totalmente cubiertos de panes de oro y en el pináculo del tejado hay un ave fénix confeccionada en el preciado metal. En 1950 un monje joven lo incendió y el edificio actual es una fiel reconstrucción.
El castillo Nijo, también es digno de visitar, fue la residencia de los shogunes en Kyoto, y tiene pinturas que brillan con pan de oro. En tanto, Osaka deslumbra. Es una ciudad satélite, subterránea, con hermosos negocios y espléndidas galerías.
Un pensamiento de San Francisco Javier, escrito en Cagoxima, el 11 de noviembre de 1549, resume lo que es Japón: "Creo realmente que, entre las naciones bárbaras, no puede existir ninguna que tenga una mayor bondad natural que los japoneses. Muestran una disposición afable, no son dados a engañar... Para ellos, el honor se halla situado por encima de todo lo demás".