En febrero de 2000, la ministro alemana de salud, Andrea Fischer, inició las gestiones para presentar un recurso contra la Oficina Europea de Patentes (EPO) que, al autorizar en 1999 una patente de células de embrión humano genéticamente manipuladas, abrió en Europa la puerta legal para explotar comercialmente la clonación, según denunció Greenpeace. La concesión de la patente "contrasta con la concepción moral dominante en Alemania", declaró Fischer. En tanto, la organización internacional ecologista había denunciado la concesión por parte de la EPO de una patente que autoriza "la extracción de células de embriones para modificar su estructura genética y realizar, a través de manipulaciones, determinados organismos y seres". La patente -que fue concedida en diciembre de 1999- no excluye específicamente la posibilidad de clonar seres humanos. "No queremos la investigación y la manipulación de embriones humanos", dijo Fischer, quien se declaró "estupefacta" por la concesión de la patente, que la EPO, tras la denuncia, se apresuró a definir como "un error" de los funcionarios que trabajan en su sede de Munich. La presentación de los recursos contra la EPO es la única posibilidad para bloquear la patente, que según Greenpeace abre una puerta legal en Europa a la posible explotación comercial de los proceso de clonación. La movilización de las organizaciones ambientales y de algunos gobiernos europeos contrastó con la actitud de la Comisión Europea, que intentó veladamente lavarse las manos en el caso. "La Oficina de Patentes no es una institución Comunitaria y, por tanto, la Comisión no está representada en ella", declaró Fritz Balkestein, portavoz del comisario de la Unión Europea (UE). (AFP)
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