Cuando Julio Zamora apostó todo a ganador, tuvo su premio. Al igual que ante Vélez y Independiente, el Negro prefirió ante Racing jugar con un solo delantero, pero no le dio resultado, porque Mauro Rosales quedó muy aislado de los volantes y no gravitó. Entonces, el técnico cambió sobre la marcha y mandó a la cancha a Lisandro Sacripanti, primero, y después al debutante Alejandro Bravo. Y el equipo ganó en agresividad y profundidad, aunque esto no fue solamente consecuencia directa del ingreso de ellos, sino también del mayor acompañamiento de la Fiera Rodríguez y de Elvio Martínez. Ante el rojo, el último miércoles, cuando el equipo perdía, la gente le pidió que jugara con dos delanteros, ayer no hizo falta porque el Negro rápidamente leyó partido y vio que era una de las maneras de destrabar el tránsito en el medio. Dejó de lado la cautela, apostó todo a ganador y al final terminó quedándose con el premio mayor: los tres puntos.