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Rosario,
lunes  31 de
diciembre de 2001
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El camino de la ceguera absoluta

Omar Bravo

La historia dirá que la mayoría del peronismo, que en los dos primeros años de la presidencia de Fernando de la Rúa lo apoyó votando distintas leyes, no supo, no pudo o no quiso respaldar ayer a Adolfo Rodríguez Saá, un hombre de sus propias filas, ni siquiera con una fuerte crítica o la corrección del rumbo tomado hace apenas una semana, que de haberse encarado con responsabilidad tal vez hubiera podido salvar lo poco que le queda de institucionalidad a la Argentina.
En su edición del lunes 15 de octubre último, con los resultados electorales a la vista, La Capital identificó en el potencial explosivo de su variado colorido ideológico interno, la mayor amenaza que el PJ debería enfrentar, puesto que quedaba casi como la única fuerza política en pie. Anoche, en su último discurso, Rodríguez Saá repasó uno a uno al bando de los gobernadores que lo apoyó, y al resto -específicamente a José Manuel de la Sota- le atribuyó anteponer la interna partidaria a los intereses de la patria. Ergo, los dos bandos no pudieron alcanzar consenso mínimo para evitar el bochorno, el estallido. Esta ceguera absoluta también arrastró la renuncia de Ramón Puerta.
El PJ, casi en su único y solitario acierto, resolvió rápido la sucesión del presidente dimitente. Pero logró eludir su interna imponiendo una presidencia provisoria breve y llamando a elecciones con aplicación de la ley de lemas, votada en la Asamblea Legislativa. Apenas elegido, Rodríguez Saá empezó a desmarcarse de ese compromiso y buscó quedarse en el poder hasta el 2003. Allí empezó todo.
El viernes pasado los diarios de Buenos Aires reflejaron hasta las prendas íntimas de su feroz interna. A la noche se desató el cacerolazo, el principio del fin del gobierno provisorio.
Cualquier medida conflictiva que hubiera adoptado Rodríguez Saá pudo y debió haber sido más discutida. Ese es el gran fracaso que debe asumir desde anoche el peronismo: no supo salvar a un gobierno -no a un hombre- por el que votó masivamente en la Asamblea Legislativa por la falta de tolerancia interna y su incapacidad para buscar acuerdos. Aún si triunfara la posición de De la Sota, la de elecciones de marzo con ley de lemas, ¿quién puede asegurar que al elegido no le ocurrirá lo mismo? De la Sota afirmó anoche que Rodríguez Saá no les consultó a los gobernadores ninguna de aquellas medidas.
Una forma cínica o peyorativa de referirse a la actualidad del peronismo es identificarlo como una federación de partidos provinciales.


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