El apagón no tuvo demasiada fuerza en el centro de Rosario pero se sintió más en los barrios. Los comerciantes del microcentro dudaron entre la necesidad de vender para afrontar la crisis y las ganas de expresar su bronca por las recientes medidas económicas, que no se escondían. En el centro, las puertas de los locales estaban abiertas y las luces prendidas esperando al comprador de última hora. Movilizados por el malestar reinante y condicionados por la necesidad de vender, los comerciantes rosarinos apagaron las luces como metáfora de la oscura realidad por la que están atravesando. En la zona céntrica, esperaban que se fueran los últimos clientes ya que "la situación no da para perderse alguna venta", señaló la dueña de un quiosco. En Sarmiento y Santa Fe se concentraron las broncas de empleados y empresarios, junto con los autos, taxis y colectivos que sumaban sus bocinas como señal de protesta. Por otra parte, algunas vidrieras se iban preparando para el paro de hoy, con papeles y ventanas cerradas. En los barrios, la medida tuvo mayor contudencia y los vecinos comentaban que "el país está parado desde hace más de diez días".
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