Daniel Leñini
Una Intendencia calamitosa, un gobierno provincial al que se le acabó la plata, la debacle de la industria automotriz y el arrastre de la crisis nacional están lastimando a los habitantes de la ciudad de Córdoba, que aparecen por estos días desconcertados y apenados como nunca. La consagrada segunda ciudad del país (tras el censo que actualizó los habitantes de todas), la de los shoppings estilo Buenos Aires, los hoteles cinco estrellas y una Circunvalación que es un billar comparada con la de Rosario (y además sin villas alrededor) muestra zozobra y protestas cotidianas en las calles. Esas obras, más unos contados emprendimientos privados, es lo poco que Rosario podría envidiarle en el paisaje urbano, en lo que se ve. Pero hay otros indicadores (ocultos) contundentes de la amplia ventaja que la ciudad mediterránea impuso en la última década: el nivel de ingresos es superior, lo mismo sucede con los recursos humanos (estudios y preparación) y también, como dato confirmatorio, la tasa de crecimiento demográfico cuatro puntos por encima de Rosario: cuando el contexto resulta más favorable las parejas tienden a generar más hijos. Sucede ahora, empero, que la crisis del sector público es tan mayúscula en Córdoba que alborota el panorama tratándose de una capital de provincia. Los empleados provinciales hasta ahora sólo cobraron el 60 por ciento del sueldo y en bonos Lecor; el restante 40 por ciento no se sabe cómo ni en qué fecha. Cuando a Santa Fe arriben los Lecop quizá nazca el mismo desconcierto. "No hay más plata, se terminó, ese es el drama", dice a este diario el empresario Juan Carlos Maggi, presidente de la Cámara de la Construcción. "El presupuesto provincial era de 830 millones en el 83 y hoy de 2.700 millones; una barbaridad, el mismo desmanejo que a nivel nacional. ¿Cómo se sale? Con sangre, sudor y lágrimas". La crisis pública impacta en el comercio y el ritmo cotidiano: choferes de empresas de colectivos cobran una parte del salario ni siquiera en bonos sino en... cospeles (el sistema de pago del boleto); que luego venden en los kioscos. El viernes pasado la mitad de los colectivos no funcionó y dejó a miles de cordobeses a pie porque numerosos conductores no cobraron los salarios. Córdoba es Arcor, es Georgalos, Telecom Personal, Grupo Roggio, Southern Winds, Minetti, Motorola (aunque sólo emplee 25 personas y casi ningún cordobés) y una constructora, Dinosaurio, que levanta 20 torres de edificios y -a un costado- el que va a ser el mejor estadio cubierto de la Argentina. También es la Fundación Mediterránea y la provincia donde nacieron los De la Rúa (presidente y ministro), Cavallo, Mestre y Bastos, del actual gabinete. Acostumbrados como estaban a recibir noticias felices, los cordobeses no entienden muy bien lo que está pasando. Uno de los orgullos, el Patio Olmos -un gran shopping, ninguno de Rosario se le acerca-, también registra el pulso: las ventas por el piso ponen en peligro los locales y Musimundo acaba de anunciar el cierre del suyo, de 600 metros cuadrados. Gustavo Zeballos, encargado de esos comercios tan de moda de ropa para surfers, dice que "ahora sí las ventas están en picada" y enfrenta el temor por los Lecor falsos. En las calles hay protestas multitudinarias de empleados públicos: la del viernes 30 de noviembre, con 10 mil personas, terminó en paz pero no la de anteayer, en que se produjeron heridos. El orgullo de los cordobeses les hace decir, con acierto, que la ciudad "no es una isla" y padece al ritmo del país. Pero según Chichilo Viale, uno de los personajes más reconocidos, humorista que participaba en las rondas de chistes de Susana, la gente de su ciudad "no está seca; está crocante". El turismo de negocios (congresos nacionales, convenciones empresarias) dejó en Córdoba 70 millones de pesos el año pasado, según declara Carlos Engel que recibe a La Capital en su despacho de director municipal de Turismo. Pero la actividad se deprimió y los tres hoteles cinco estrellas (Rosario no tiene ninguno) y los ocho cuatro estrellas están ocupados entre un 30 y 40 por ciento, según apunta Miguel Gonorowsky, gerente del Córdoba Plaza (cinco estrellas) y miembro de la Cámara de Turismo de la provincia. Así como pocos ya confían en el gobierno nacional de la Alianza, aquí nadie cree en el modelo De la Sota, al que todos consideran (al modelo) acabado y olvidado. Y más cuando el gobernador anuncia el retiro obligatorio de los empleados públicos mayores a 50 años, que pasarán a cobrar el 60 por ciento del sueldo. Eso, de movida, implica el alejamiento de 15 mil maestras; y resulta inentendible para otros tantos hombres a los que les adelanta en 12 años la jubilación establecida a los 62 para los empleados públicos. Los egresados de la escuela de Policía que custodian el centro, las plazas, las peatonales, dicen que hace cuatro meses que no cobran. Ganan 400 pesos y se trata de 1.200 suboficiales (becarios subayudantes). En este punto cabe apuntar que las comisarías no están repletas de presos como las rosarinas que, despiadadamente, albergan 1.000 detenidos en 25 seccionales y condenan a los efectivos a hacer de guardiacárceles en vez de estar en la calle. En la revista "Punto a punto" Raúl Hermida, director de investigaciones de la Bolsa de Comercio cordobesa, declara: "No sólo somos segundos, sino diferentes ya que Rosario se quedó en el tiempo y se confundió con Buenos Aires". Al dialogar con La Capital, de movida aclara que vivió más de 10 años en Rosario y quiere mucho a la ciudad ("mis hijos son de Central", dice): "Es un momento inadecuado para opinar pero no hay grandes diferencias entre ambas ciudades; las dos tienen potencial y padecen al mismo ritmo. Así como es falso decir que Rosario es el puerto también es equivocado creer que Córdoba es la industria automotriz. En Córdoba hay actividad metalmecánica y posee un gran desarrollo de servicios".
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