A principios de los 90, Luis Miguel y Alejandro Sanz compartían la misma etiqueta, como dos cantantes de repertorio romántico en castellano. Hoy sus caminos están totalmente separados. A partir de sus discos de boleros el mexicano se empezó a dirigir a un público cada vez más adulto, con una imagen seria y adusta. El español, en cambio, fue evolucionando como compositor de sus propios temas, con una imagen familiar y cálida. Para comprobarlo sólo basta comparar las portadas de los nuevos discos de los cantantes.
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