Kabul. - Cinco años después de haber sido derrocado, Burhannuddin Rabbani, el presidente afgano reconocido por la ONU, llegó ayer a Kabul con un plan que tiene el aval de Moscú para conformar un gobierno provisorio, pero las reacciones negativas de la Alianza del Norte y de la comunidad internacional pusieron en suspenso su ejecución. "Estamos en Kabul para continuar nuestro gobierno, pero venimos para la paz", dijo, precisando que quería formar un gobierno "de amplia base" invitando también a todos los que, incluidos los intelectuales afganos en el exterior, "estén trabajando para la paz".
Según trascendió en Kabul, Rabbani, quien fue expulsado por los talibanes en 1996, llegó con una lista parcial del nuevo gabinete, incluidos los nuevos ministros de Exteriores, Defensa e Interior en base a una división porcentual de todas las etnias acordada con Moscú y aceptada por George W. Bush durante la cumbre de los días pasados con el ruso Vladimir Putin. Con la conducción de Rabbani en el gobierno -siempre en base a este plan- un 40 % correspondería a los pashtún, 30 % a los tajikos, 15 % a los uzbekos y el 10 % a los hazaras y otros grupos.
A su arribo, Rabbani se encontró con una situación imprevista, cuando horas antes el jefe militar de la Alianza -nominalmente bajo su mando-, general Mohammed Fahim, dijo que el consejo de seguridad de la Alianza permanecería en el cargo otros tres meses y que hasta entonces la presencia de Rabbani no era necesaria. Apenas llegó a Kabul, Rabbani dio una conferencia en la que aseguró que no quiere imponer "la continuidad" de su gobierno y reiteró que será respetada la voluntad de los afganos y de la comunidad internacional de conformar un Ejecutivo de coalición que incluya todas las etnias, incluida la pashtún. (Ansa)