Omar Bravo
Por algunas horas, el gobernador Carlos Reutemann mantuvo en vilo a sus colegas del PJ con una muletilla: "Yo no firmo". De la Sota, Ruckauf y el pampeano Rubén Marín, con casi todo arreglado con el jefe de Gabinete Chrystian Colombo, salieron a decir a los medios de prensa que si el santafesino no firmaba ellos tampoco. Entre los periodistas había sonrisas socarronas, dando a entender que eran puros gestos para la tribuna. Pero la negativa de Reutemann tenía una base empírica: al mediodía el ministro de Hacienda, Juan Carlos Mercier había abandonado el Ministerio de Economía demudado. "No nos dan nada", les dijo a sus acompañantes, mientras que por otra puerta también se iban integrantes de la delegación cordobesa algo más compuestos. Desde las 12.30 los gobernadores se fueron a deliberar en la Casa de la Provincia de La Pampa en Buenos Aires, y después de largas conversaciones que mezclaron la especificidad técnica con la política en general y la interna peronista en general, resolvieron pasar a un cuarto intermedio hasta anoche a las 19 en la sede porteña del Banco Provincia de Buenos Aires. El dato curioso: el gobernador santafesino permaneció en la sede pampeana con Mercier, Liliana Gurdulich y los técnicos. A medida que desde el gobierno llegaron mejoras para apurar la firma del acuerdo, Reutemann instruyó al ministro: "Juan Carlos, si encontrás algo raro yo no firmo". A medida que Ruckauf y De la Sota se fueron retirando del lugar, informaban que a Santa Fe sólo le faltaban "detalles" para confirmar su acuerdo con el gobierno. Según pudo saber La Capital, la prédica de Reutemann contraria a la firma en esas horas tenía como argumento central que él no pensaba ceder tanto por el único pecado de haber administrado correctamente su provincia. Esto, naturalmente, no era la mejor música a los oídos de sus colegas de Buenos Aires y Córdoba, y según dijeron fuentes del gobierno, tampoco para Colombo. Reutemann le habría recordado que, con este, era el tercer pacto que los gobernadores firmaban con el gobierno de la Alianza en apenas dos años. "Quién me asegura que esta vez cumplirán?", le preguntó al funcionario a quien todos llaman El Vikingo. Ruckauf y De la Sota metían púa con chanzas a Colombo: "El Lole es nuestro De la Rúa", le decían. A las 19,30, cuando los "detalles" para compensar la quita de fondos coparticipables parecieron satisfacer al gobernador, Reutemann dejó el Banco Provincia y se dirigió con sus colegas hasta la Casa de Gobierno, distante unos 300 metros del lugar. Con el rostro serio explicó a La Capital : "Cada uno hizo su análisis; cada uno pone un poco". E instantes antes de estampar su firma agregó: "Hay un país en juego".
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