Dicen que de sueños vive el hombre. Y Ricardo González tiene los suyos. Su primer gran objetivo -así se lo hizo saber a La Capital en abril del 98- era llegar, y por supuesto afianzarse, en el Circuito Europeo, cosa que finalmente logró. -En el 98 dijiste que tu sueño era jugar en el Circuito Europeo, ¿ese sueño está cumplido? -Sí, ese fue mi segundo sueño, ya que el más importante es ganar el Abierto Británico. Desde que me dedico a esto supe que es el torneo que quiero ganar. Pero lo del Tour Europeo creo que son metas que uno se va poniendo y por suerte la pude cumplir. También quiero jugar en el PGA Tour, pero para eso falta. -¿Es como te lo imaginabas? -Sí, es tal cual lo había soñado. Lo que más me preocupaba era mantener mi tarjeta y por suerte lo estoy logrando. -En ese sentido se puede decir que estás conforme con tu rendimiento. -Seguro, incluso siento que estoy escalando de a poco. -¿Eso provoca que los demás golfistas les tengan cada vez más respeto a los argentinos? -Ellos nos tienen muchísimo respeto, pero golfísticamente no estamos en condiciones de ganarles. Nos respetan más que nada por la pegada que tenemos, pero en cuanto a táctica, preparación física y psicológica están muchos más adelante que nosotros. Algunas semanas vamos a ganar pero no tan seguido. -¿Qué hay que hacer para revertir esa situación? -Tenemos que perfeccionarnos mucho más de lo que lo hacemos habitualmente. Ser profesional no es sólo pegarle bien a la pelota, sino que también hay que tener una buena táctica, no cansarse, estar tranquilo, y por lo general no lo hacemos. -En más de una oportunidad mencionaste el tema psicológico, ¿cuál es la preparación que tiene que tener un golfista? -Ser positivo, tener mucha paciencia, que la tenemos, pero hay que saber manejarla, tener un sistema de juego, pegar un golpe con decisión. -¿Hubo algunos jugadores que te sorprendieron en la alta competencia? -Sí, muchos. Uno de ellos es Severiano Ballesteros, después está Colin Montgomerie, Lee Westwood. Son jugadores con los que te da gusto compartir una cancha.
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