Elbio Evangeliste
El hoyo 18 del Rosario Golf Club fue el punto que marcó el fin de una nueva jornada de entrenamiento. En su recorrido por los links ya había recibido el saludo y las felicitaciones de varios, lo mismo que ocurrió minutos antes de sentarse a dialogar con Ovacion. Ricardo González no lograba caminar más de tres o cuatro metros sin recibir un apretón de manos, una palmada o un abrazo, especialmente de sus amigos. Es que el pasado 9 de septiembre el golfista rosarino llegó casi a tocar el cielo con las manos. El primer puesto en el Abierto de Suiza, disputado en la ciudad de Crans-sur-Sierre, lo catapultó a un lugar al que, por ahora, prefiere esquivarle: el de la fama. "Para la gente ya no soy más el Ricardito de siempre, ahora soy el campeón", señala González con atisbos de vergüenza, como queriendo escaparle al mundo que lo rodea. En cada palabra trata de mostrarse como lo que es, un tipo humilde, tal vez sea por eso que se sienta incómodo a la hora de tantos elogios. Pero él mejor que nadie sabe que esto es así. Lo sabía desde el momento en que se planteó como meta incursionar en el Circuito Europeo o revalidar sus tarjetas. Esos son apenas los primeros objetivos que el golfista rosarino pudo cumplir, ya que hay otros sueños que merodean en su cabeza, como por ejemplo jugar el Abierto Británico -tal vez su mayor anhelo- y por supuesto participar de algunos torneos en el PGA Tour, de los Estados Unidos. Ricardo González está en el puesto 23 del ránking mundial y aspira a terminar el año dentro de los mejores veinte golfistas del planeta, un sueño que parece estar al alcance de las manos. "Me salió todo tan natural en esa semana que es difícil de explicar la sensación que tuve" aseguró González en relación a las sensaciones tras la conquista del Abierto de Suiza. Y agregó: "En anteriores torneos venía pegando bastante irregular, pero esa semana sentí que estaba todo bien, como que no me importaba el torneo. Sobre el final sí me di cuenta y disfruté muchísimo". -¿Por algún motivo en especial tuviste esa sensación? -Sí, uno de los motivos fue porque estaba junto a mi esposa y me sentía como que estaba jugando en el Rosario, no me importaba si pegaba mal. Además me sentía bien psicológicamente, ya que estuve muy bien asesorado por una persona que me está enseñando a jugar, sobre todo en lo táctico. Antes del torneo me dijo un par de cosas, que finalmente sucedieron. Es como que estaba preparado para ganar, creo que eso fue uno de los motivos de mi tranquilidad. -¿Cambió algo en vos después del Master? -Como persona no creo, trato de seguir siendo el Ricardito de siempre. Cambió en el sentido de que por ahí me dicen «cómo andás campeón» y eso es algo que me hace sentir raro. Como profesional todavía no lo puedo saber porque el Master lo gané hace tres semanas y después no volví a competir. La semana que viene, después de jugar en Alemania, te puedo decir si cambió algo en mi forma de jugar. -¿Te incomoda el hecho de que ahora te digan campeón? -Sí, me incomoda muchísimo. Tal vez por mi manera de ser. Me gusta que me valoren como lo que realmente soy y no como el ganador del Abierto de Suiza, me gusta más que me digan «qué hacés, Negro» y no campeón. Un amigo de Buenos Aires me dijo que me acostumbrara porque a partir de ahora iba a ser así. Es un peso que llevaré durante un tiempo. -Convengamos que es un peso grato, por llamarlo de alguna manera. -Seguro que es lindo, pero en lo humano es como que están dejando de lado un montón de cosas. -¿En Suiza sentiste lo mismo que en otros torneos o pensaste que tenías serias chances de ganar? -Sentí lo mismo de siempre, pero esa semana estuve charlando con un amigo de San José de la Esquina y me dijo que iba a ganar un santafesino. Sobre todo por chicanas internas, donde siempre nos cargan que los cordobeses (Cabrera y Romero) son mejores que nosotros, por su puesto a manera de broma, y recuerdo que él me dijo "quiero que este torneo lo ganés vos para decirle a Romero que los santafesinos somos mejores que ellos". Eso fue apenas una anécdota, pero en realidad me hizo sentir que podía conquistar el título. -Fue una especie de pálpito. -Puede ser, además me acuerdo que le hice ese comentario a mi esposa. -¿Sentís que de ahora en más el compromiso es mayor? -Creo que no, tampoco quiero sentirlo de esa manera porque puede llegar a ser contraproducente. Lo que puede ocurrir es que deje de lado el miedo a ganar, porque todos los golfistas argentinos le tenemos miedo a ser alguien, a ganar un torneo importante. Ojalá que pueda sortear esa situación. Cuando era caddie y después me hice aspirante tenía miedo a pasar los cortes clasificatorios y una vez que los pasé pude ganar mi primer torneo.
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