Alejandro Cachari
Buenos Aires (enviado especial)._ Todo parecía estudiado. El libreto del Chocho Llop funcionaba de acuerdo a lo previsto. Newell's priorizaba el orden por sobre todas las cosas, trataba de mitigar el dolor de dos derrotas consecutivas peleándole la pelota a San Lorenzo con uñas y dientes en todos los sectores del inmenso Nuevo Gasómetro. Por momentos los rojinegros lograron maniatar al campeón, todo ello seguramente formaba parte de la película que había imaginado el Chocho Llop. Sin Romagnoli -ausente por lesión- para el campeón todo era bastante más complicado. Pero el destino, o la fragilidad de un equipo en formación, o las dudas que siempre generan dos derrotas consecutivas aparecieron en el momento menos esperado. Y allí terminó el partido. Newell's sucumbió ante San Lorenzo, como era lógico. Pero fue una derrota más anímica que futbolística. Las diferencias estuvieron en el férreo convencimiento de uno y en la endeblez del otro. Es que este equipo del Chocho todavía no pudo asimilar del todo los golpes que recibió en Avellaneda y en el Coloso, después de un comienzo de torneo bastante mejor encaminado que lo que se suponía. San Lorenzo ganó la parada por 3 a 1, con absoluta justicia. Newell's hizo casi todo bien hasta los 29' de la primera mitad, antes sólo había sufrido un balazo fuera de contexto de Pusineri (a los 15'), que se estrelló en el travesaño de Luciano Palos, pero manejaba el partido desde la actitud y la aptitud de Juan Domingo Sánchez, de Leonardo Ponzio, de Julio Saldaña y del Maxi Rodríguez. Pavlovich tuvo la suya, pero Saja lo evitó. Aquel minuto fatal, a los 29', significó el punto de inflexión del partido: centro de Pusineri desde la derecha, Domínguez y Crosa no cerraron, Palos no salió y el cierre apurado de Ruiz para evitar que convierta el Beto Acosta, casi se transforma en gol en contra, que Palos evitó con un manotazo, pero allí estaba Romeo para empujarla, poner el partido 1 a 0 y darle un toquecito de injusticia porque el desarrollo sugería otra cosa. Quedó claro que Newell's no está capacitado para absorber golpes. Cuatro minutos más tarde un centro-shot de Erviti encontró a Palos clavado en la raya y a Acosta, Romeo, Paredes y Franco ingresando para cabecear. La empujó Romeo, pudo ser cualquiera de los otros tres: asunto terminado. Un extraordinario golazo de Ponzio, a los 18' del segundo tiempo, sirvió como pago atrasado por aquel buen libreto expuesto por Newell's en la primera media hora del partido y, además, sirvió para cohibir a San Lorenzo, que desde entonces se mostró temeroso y dejó venir al equipo del parque. Newell's tuvo su cuarto de hora, pero no contó con demasiadas chances. Apenas una media vuelta de Maxi Rodríguez que no pudo ser. Entonces el dominio se transformó en intrascendencia y comenzó a diluirse lentamente. Los horrores defensivos hicieron el resto. Leo Rodríguez, que había entrado para que San Lorenzo recuperara la pelota y pudiera tenerla, fusiló a Palos a cuatro minutos del final y Dueña se fue expulsado a los 90' como para ponerle el moño a un Newell's endeble mentalmente, ciclotímico futbolísticamente y ahora muy preocupado por la tercera derrota consecutiva.
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