"Hay diferencias entre ser un buen político y una buena persona. Un político tiene que ser vivo, manipular a la gente, saber ubicarse. Creo que una buena persona no podría ser nunca un político". Así expresa Ezequiel su fastidio hacia la clase dirigente. Y en este punto, los seis jóvenes que se entrevistaron con La Capital se pusieron de acuerdo. "No me llama la atención participar políticamente. Hoy en día la política es muy extremista: estás de un lado o del otro. Tengo amigos militantes y por más que se desganan criticando a los milicos terminan actuando igual. Quieren tener la razón siempre, quedarse con la última palabra y si no pensás lo mismo no podés discutir. De última son fascistas, aunque creen que no lo son", dice Lucas. Sin embargo, no se muestran igual de escépticos al momento de asumir otros compromisos. Ahí sí se encuentran dispuestos. Y entonces aparecen los amigos, los padres, un trabajo, el arte o el deporte. En ese orden. "Yo me puedo comprometer con ayudar a un amigo, estar en los momentos malos; con mis viejos -a achicar gastos o a pasar tiempo con ellos-; con un trabajo, aunque mi mamá prefiera que estudie. No es que no queramos tener responsabilidades, cuando algo nos importa nos ponemos las pilas y lo hacemos", asiente Belén. Ignacio sigue sus pasos: "La amistad es el gran amor de mi vida. Lo mismo que la música. Mi familia también es una de las cosas más importantes que tengo. Creo que los jóvenes nos podemos comprometer con eso. Podemos quedar bien con los viejos en cuanto al colegio, hacer el aguante a los amigos. Con este tipo de cosas nos podemos comprometer todos. Quienes esperen algo distinto, favor abstenerse".
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