Año CXXXIV
 Nº 49.199
Rosario,
domingo  05 de
agosto de 2001
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Jóvenes del siglo XXI: retrato de una nueva generación
¿Cómo son los adolescentes de hoy? La Capital reunió a seis de ellos para hablar sobre sus ideas, deseos y miedos

Carina Bazzoni

Nacieron con democracia y televisión por cable. Crecieron con Internet y McDonald´s. Llegaron tarde a la anunciada "revolución productiva" y, ahora, les toca terminar la secundaria con la desocupación y el riesgo país. Todavía no llegaron a los 18 años y ya se cansaron de escuchar que están en "la flor de la edad" o que son "el futuro de la Nación". Reniegan de estas dos cosas por igual. Se muestran críticos con los mayores, pero más aún con sus compañeros de generación. Reconocen que no es fácil acercarse a ellos, pero al mismo tiempo les sobran palabras al momento de abrir las puertas al mundo de la juventud del siglo XXI.
Lucas Cosignani acaba de cumplir los 18 años, vive con su mamá en el barrio Acindar, estudia en la Escuela Provincial de Danza y no se anda con vueltas al momento de describir a sus pares. "¿Cómo son los jóvenes de hoy? No sé, es muy confuso. Me parece que es una generación bastante abúlica, carente de utopías. Los chicos evaden cualquier pensamiento que puedan tener de la realidad saliendo los fines de semana. No quiero caer en la típica comparación con los jóvenes de los 60 o los 70 que, aunque no llegaron a nada, luchaban por sus ideales. Pero no me gusta como está mi generación".
Así nomás, Lucas tira la primera piedra. Y no quedará solo. "A los pibes los veo horribles. Están totalmente manejados. Les imponen una música y la compran, abren un lugar para ir a bailar y están todos en la puerta, sacan un jean nuevo y pasa lo mismo. Hay muy poca gente de mi edad que zafa de todo esto", dice Ignacio Ianniello. Con 17 años, Nacho es el baterista de la Banda Internazzionale del Laboro. Vive en el centro y se considera "más contestatario que el Che Guevara".
Sin embargo, para Belén Bartolomeo es imposible medir a todos con la misma vara. "Por ahí hay algunos muy tontos que no razonan y ni saben lo que quieren o dónde están parados. Pero también existen los otros, los que tienen una idea formada de lo que van a seguir y se preparan para conseguirlo". Belén cursa el cuarto año del colegio Zona Parque. Vive con su mamá en avenida Vélez Sarsfield al 7000 y es una de esas chicas que se sientan en la última fila de la clase y se ríe todo el tiempo.
Romina Aleman, en cambio, es la primera de la fila y su libreta es la mejor del quinto año de la escuela Bernardino Rivadavia. Y como Belén, no cree que los jóvenes no tengan problemas. "Estoy medio como desesperada porque me llega fin de año y quiero seguir estudiando, pero tengo miedo de empezar una carrera y que no me guste. Le tengo miedo al fracaso y eso lo veo en todos mis compañeros. A todos los chicos de mi edad les pasa esto", confiesa.

Sólo un mito
Ezequiel Acuña está por cumplir 16 años y varias veces le reprocharon "lo típico": que a los adolescentes no les importa nada. Pero él tiene sus argumentos. "Nuestros abuelos fueron hijos de inmigrantes y sus padres les machacaron que había que trabajar mucho, que había que hacer un país. A nosotros nos pintaron la vida distinta. Nuestros viejos nos dicen: «No te preocupes, estudiá, comprate esto, comprate lo otro». Tratan de que estemos cómodos y físicamente bien. Entonces, el problema no es nuestro, es que nos plantearon la vida distinta", asegura el alumno del primer año del polimodal de la Dante Alighieri que, además, fue uno de los mejores alumnos de un curso de economía personal que dicta la Fundación Junior Achievement.
De todas formas, ninguno puede quedarse al margen de los tiempos que corren. "¿Cómo vamos a vivir en una burbuja si está todo re mal?", se queja Ximena Mascia, que acaba de festejar sus quince años. Ximena se consagró el año pasado como campeona sudamericana de natación. Vive en barrio Rucchi con sus padres, pero pasa más tiempo en su "segunda casa", la pileta de Rosario Central.
Quizás por esto, ninguno asegura enfáticamente que están viviendo la flor de la edad. "Cuando cumplí los quince me dijeron: «Ahora vienen los mejores años de tu vida». Y si bien estoy bien, siempre espero más. Pienso que el año que viene va a ser mejor. Los mejores momentos llegan siempre el año que viene", ironiza Belén.
"Es una edad rara, para algunas cosas somos muy chicos, para otras muy grandes. Yo estoy bien, pero no sé si esto es lo mejor", suma Ximena no muy convencida. "La ventaja más sobresaliente de esta edad es no cargar con la responsabilidad de criar hijos o conseguir plata para alimentar a la familia. Eso es lo más notable. Todo joven en su condición de tal tiene que jactarse de no tener ciertas responsabilidades que no son fáciles de llevar", determina Ignacio.
Es que para los jóvenes es justamente esta responsabilidad, la que separa a los adolescentes del mundo de los adultos. Por esto, no perdonan que sus mayores no estén a la altura de las circunstancias. "Es desagradable que algunos adultos quieran parecer chicos. Los veo y me da lástima, debería darles vergüenza", sentencia Ximena. A Belén le pasa más o menos lo mismo.
Ezequiel, en cambio, les encuentra otros defectos. "Me molesta que me quieran imponer el respeto. Esto se gana, no se exige. Hay personas mayores que por el solo hecho de tener 60 años creen que vos las tenés que respetar. Y no es así", opina.

Ellos también se las traen
Con risas, también reconocen que suman más de una razón para ganarse la antipatía de los adultos. "Hablamos mucho", dicen las chicas. "Creo que me las sé todas, que tengo el mundo a mis pies, y eso a mi papá lo saca, porque él también se las sabe todas", agrega Ezequiel. "No se puede ser rebelde complaciendo a todo el mundo", se disculpa Lucas y recuerda que "los jóvenes tenemos que ser espontáneos".
Ignacio describe su perfil: "Soy un egocéntrico absoluto. No podría dejar que otro controle ningún aspecto de mi vida. Mi viejo me dice todo el tiempo que soy anómico. Me cuesta mucho manejar el concepto de que mi libertad termina donde empieza la libertad de los otros".
Sin medias tintas. Así de simple. Son los pibes del siglo XXI, el tan promocionado futuro del país y la pesadilla de sus padres y maestros. Las dos cosas a la vez y también todo lo contrario.



Ximena, Ignacio, Lucas, Ezequiel, Belén y Romina.
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