Año CXXXIV
 Nº 49.171
Rosario,
domingo  08 de
julio de 2001
Min 13º
Máx 20º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





1994-1998
Pasarella: Un reciclaje que no dio resultado

Después de "La hoguera de las vanidades" protagonizada por Basile y su equipo (sin Melanie Griffith y Tom Hanks), sólo había lugar para una imagen diametralmente opuesta. Daniel Passarella era el hombre indicado. No sólo por los resultados obtenidos con River, sino por su estampa de duro y hasta por su distanciamiento con Maradona. Quizás ese haya sido uno de los argumentos más pesados para designar al Kaiser.
La cuestión era darle un corte drástico al ciclo anterior y subvertir la imagen de la selección que supuestamente recuperaría su nivel de equipo modelo y de elite.
Apareció la rinoscopia para todo el mundo, desaparecieron abruptamente las gorritas y empezó un nuevo culebrón. La supuesta vinculación del flamante entrenador con el empresario Gustavo Mascardi y la preferencia a la hora de las convocatorias por los jugadores de River. Si se saca ese conflicto, y o prejuicio del medio, se podrá comprobar fácilmente que en realidad los futbolistas millonarios eran los que más chances tenían de ponerse la camiseta albiceleste por rendimiento, resultados y méritos deportivos.
Pero a esta altura, el fútbol mundial ya había dado un giro de 180 grados hacia el más encarnizado negocio de comercio de personas y sus parámetros tradicionales empezaron a esfumarse para darle paso a jugadores superprofesionalizados, casi robotizados que empezaron a medir todo por el color del dinero. Está claro, aquella inocentada de las gorritas de la era Basile había sido un aviso de los tiempos que llegarían.
Complicaciones en la Copa América con un 0-3 desestabilizador frente a EEUU, una medalla de plata insuficiente en los Juegos Olímpicos y un trámite intachable en las eliminatorias para llegar a Francia 98. En el medio del proceso, la robotización, globalización y mercantilismo futbolístico profundizaron la distancia que ya existía entre los jugadores y la gente. Y la riada también arrastró al DT, sobre quien empezaron a caer rumores de corrupción de los que le costó separarse. Es probable que no lo haya conseguido.
Fueron tiempos de cambio en varios sectores de la sociedad. "La prensa canalla", aquel ensayo del ahora enjuiciado Eduardo Varela Cid, ya era un juego de niños al lado del estado de descomposición irreversible en el que entró el periodismo deportivo argentino.
Eso, y las veleidades de los futbolistas devenidos en vedetes, más la presencia de un personaje desaconsejable para las relaciones públicas como Ricardo Pizzarotti, enrarecieron la atmósfera.
Llegaron las ridículas conferencias de prensa, los comunicados, los entrenamientos con custodia y el gol de Bergkamp para darle el corte definitivo a un ciclo que arrancó para hacer olvidar un proceso anterior mucho más vinculado a la farándula que al fútbol, pero que terminó igual o peor que la era Basile. Passarella renunció antes de llegar a Buenos Aires.


Notas relacionadas
Bielsa: Una promesa de superación
Los ciclos pos-Menotti: Cada maestro con su librito
Basile: La hoguera de las vanidades
Bilardo: En el nombre de los resultados
Diario La Capital todos los derechos reservados