"Ciberabuelito" es el apodo con que lo nombra una amiga de sólo 15 años desde Colombia y a la que conoció por Internet. El hecho sería usual si no fuera porque Efrain Hutt tiene 71 años y desde que se jubiló viene descubriendo las bondades del chat, el diálogo virtual que permite la computadora conectada a la red y que antes de incursionar le parecía misión imposible. "La vida no se termina al jubilarse, a menos que el hombre haya dedicado todo a su profesión y olvidado las otras facetas de la vida que puede llegar a desarrollar, más allá de la edad que se tenga", sostiene Efrain, médico terapista retirado hace un año.
La actitud frente a la vejez suele no diferir mucho de la que se ha tenido con la vida antes de esa etapa. En el caso de Efrain, una grave bronconeumonía que contrajo en Europa a los 47 años fue decisiva. "Me fue útil ver a la muerte de cerca", dice.
Admite haber creído que la informática era cosa de jóvenes. "Me parecía algo imposible, pero tuve la suerte de tener un buen profesor (su hijo, analista de sistemas) y descubrir las posibilidades que me brindaba para las relaciones humanas y a distancia". Cuenta que "en el chat uno puede hallar cosas horribles y también amistades". Es que en un año ganó varios amigos: aparte de la quinceañera colombiana, una ingeniera de Venezuela, una abogada de Perú, una escritora de Chile y un juez de Nueva York que ya prometió visitarlo.
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La Ciudad
