Año CXXXIV
 Nº 49.157
Rosario,
domingo  24 de
junio de 2001
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El furor en la esquina del teatro
Las fanáticas del Gitano se apostaron al mediodía en la puerta de El Círculo a la espera del ídolo

Sandro es sinónimo de histeria. Desde siempre, y más desde que se decidió a fogonear su mito con un combustible inagotable: el misterio.
El horario de llegada del Gitano a Rosario, tanto como su lugar de alojamiento y la agenda que tenía previsto cumplir en la ciudad, se convirtió en un secreto mejor guardado que los nombres contenidos en las cajas con las pruebas del lavado de dinero en la Argentina.
Experto en eludir el acoso de los fans y de la prensa del corazón, Sandro llegó a la ciudad entre gallos y medianoche. Y desembarcó directamente en El Círculo, donde durante poco más de dos horas y media comandó el ensayo general de "El hombre de la rosa", el show con el que hace su rentrée en el mundo del espectáculo después de dos años de silencio.
La jugada dejó desairadas a las seguidoras que el mediodía del viernes pasado se apostaron en los ingresos del teatro con la secreta intención de ver llegar a su ídolo. "El primer grupito llegó alrededor de las 12 y no eran muchas pero armaron un revuelo bárbaro", comentó a Escenario el administrador de la sala, Hugo Gribodo, y añadió: "No nos creyeron cuando les dijimos que Sandro había probado sonido a la madrugada y se quedaron haciendo guardia en la calle".
La agitación de las fans del cantante hizo que la esquina de Laprida y Mendoza luciera como hacía tiempo no lo hacía. Es que, debido a la crisis, el negocio del entretenimiento, y sobre todo el del teatro, no disfruta en la ciudad su máximo esplendor. La llegada de Sandro dio un vuelco a la situación, al menos durante un fin de semana. Y lo aplaudieron todos, hasta los encargados de vender las entradas, que hacía tiempo no colgaban el cartel de "localidades agotadas" en la ventanilla de la boletería.
Pero la noche del debut el más contento de todos parecía ser el productor del espectáculo, Alberto J. Llorente, quien apareció en el hall del teatro vestido de impecable smoking. Lucía una sonrisa generosa y un gesto distendido que revelaba la paz interior que sentía. "Roberto es un grande, es uno de los artistas más queridos por los rosarinos", disparó sin poder contener su alegría, y siguió: "Siempre fue un éxito y siempre lo será. Mirá lo bien que le irá que había programado tres funciones y por la demanda de la gente tuvo que agregar tres más".
Llorente es el referente local de Sandro desde que el Gitano irrumpió en la escena musical nacional con el grupo Los de Fuego. "Roberto antes que nada es un amigo, un amigo entrañable, nos conocemos hace años y nos llevamos de maravilla", comentó el locutor y animador, y enfatizó: "Para mí es un gran orgullo poder traerlo a Rosario, no sólo porque eso le da a la gente la posibilidad de disfrutar de su música sino porque puedo ser su anfitrión. Poder atenderlo como se merece es un gusto que no cambio por nada del mundo".
A.J. no fue el único que se desvivió porque Sandro se sintiera a gusto durante su estancia en Rosario. El personal del Hollyday Inn, donde se alojó el cantante, se esforzó para que se sintiera como en su casa. "Estamos preparados para que los huéspedes disfruten su estancia en la ciudad y por lo que hemos podido saber el señor Roberto Sánchez está conforme con el servicio que le brindamos", comentó el ejecutivo de cuentas del hotel, César Bassetti.
"El cuarto que eligió, al que bautizamos Rey Arturo, está en el piso decimonoveno y, gracias a sus enormes ventanales, ofrece una de las vistas más impresionantes que se pueden tener de la ciudad", afirmó con inocultable orgullo Bassetti, y agregó: "Es un lugar confortable y luminoso en el que el encierro no se padece, sino se disfruta. La mayor virtud de la habitación es su privacidad, que fue lo único que pidió el señor Sánchez mientras estuvo con nosotros".


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