La excelencia en la labor de informar tuvo dos grandes premios, pero el de 1996 tuvo un sabor premonitorio y amargo. Magdalena Ruíz Guiñazú obtuvo su galardón en 1993 y Santo Biasatti, en el 96. Ambos premios fueron entregados reconociendo el ejercicio independiente de la profesión, nada más acertado, justo cuando el asesinato de José Luis Cabezas había puesto en un rol protagónico al periodismo independiente encarnado por Biasatti.
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