El personal custodiaba las puertas del vestuario local, del camarín del árbitro y un acceso con un sugestivo cartel: "Sauna". Allí estaban las chicas jueces de línea, en su improvisado vestuario, que ayer hicieron su debut absoluto en un partido de equipos de división reserva. "No se puede golpear", interceptó el custodio ante el intento de Ovación. Ante esto, la pregunta periodística no se hizo esperar: "¿Por qué?". A lo que se obtuvo por respuesta: "Y, son mujeres". Luego, el desconcertado cuida puertas comprendió que el objetivo era obtener un testimonio de las nuevas árbitros y no el de sorprenderlas cuando se bañaban (¿tal vez era su fantasía?). La anécdota habla del natural clima de efervescencia que provoca entre los hombres la inquietante presencia de mujeres en medio de los vapores de los vestuarios futboleros. "Nos estamos adaptando entre todos, es un aprendizaje. Notamos buena tolerancia de parte de los varones", le dijo Verónica López a este diario. Tampoco dudan que pondrán imponer autoridad igual o mejor que lo hacen los hombres. "Tenemos las mismas tarjetas que los hombres y si es necesario las vamos a usar", agregó casi desafiante a quien se atreva. Verónica es profesora de educación física y se metió en el referato futbolero por una oportunidad que le dio Carlos Coradina, ex árbitro, que tiene una escuela y no distingue entre los géneros a la hora de tomar alumnos. Verónica y Alejandra Cercato fueron las jueces de línea y no erraron a la hora de levantar la banderita. Los muchachos, en los tablones de Caballito, por momentos perdieron el partido de vista y se distrajeron tratando de mensurar otras redondeces.
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