El ministro de Economía, Domingo Cavallo, apeló hace unos días en una conferencia de prensa a la historia argentina para demostrar que desde la convertibilidad se puede impulsar el desarrollo y, para esto, bosquejó una comparación de su plan económico con el que instauró Carlos Pellegrini durante su presidencia a fines del siglo XIX.
Pero más allá del contexto socio-económico, como puede ser la diferencia que existe entre los precios relativos en las producciones primarias en una y otra época, los planes económicos de Pellegrini y Cavallo sólo parecen converger en la implementación de la convertibilidad como sistema monetario.
Respecto al modelo de país, los proyectos de Pellegrini apuntaron a la conformación de un tejido productivo nacional, apuntalado con la conformación del Banco Nación como motor para el desarrollo de empresas y productores locales, que colocó al país en entre las principales potencias del mundo a comienzos del siglo XX.
En tanto, la propuesta del padre de la criatura moderna se basó durante su gestión en el menemato en la privatización de los servicios y en la concentración en grandes grupos económicos, mucho de ellos extranjeros, lo cual dejó un tendal de empresas en bancarrota.
Pellegrini llegó al poder en 1890 luego de una crisis económico financiera, con un importante número de bancos oficiales que terminaron en la quiebra y con revueltas populares que desembocaron en la revolución de 1890, que significó el derrocamiento de Juárez Celman.
Ante este escenario, Pellegrini impulsó el primer plan de convertibilidad en la Argentina, atando la moneda al oro. Cada peso oro equivalía a 2,5 pesos. Creó la Caja de Conversión y el Banco Nación como instrumento de crédito para impulsar la producción, ya que el país estaba fundido y no existía financiamiento para las empresas locales. Hoy la entidad crediticia está en la mira para ser privatizada.
La Caja de Conversión fue creada con el propósito de impedir las emisiones sin respaldo metálico y constituir una reserva que posibilitara la convertibilidad circulante, para lo cual se fundó este instituto emisor. La ley Nº 2741 es del 7 de octubre de 1890, pero no tuvo demasiado éxito en una primera instancia.
Más tarde, el gobierno tomó 15 millones de pesos prestados por empresarios locales para afrontar un vencimiento de deuda externa. Por otro lado, la Banca Rotschild de Londres financió un empréstito que consolidó una moratoria de 3 años a favor de la Argentina. De esta forma, el país logró salir de la parálisis en el que lo había puesto la crisis monetaria.
Finalmente, Pellegrini y Vicente Fidel López al frente del Ministerio de Hacienda introdujeron en 1894 la denominación "peso moneda nacional", y que perduró hasta 1970 cuando Onganía decidió su derogación. Era conocido como el "marrón".
La historia del "marrón"
En 1899 se dispuso que se convertiría "toda la emisión fiduciaria actual de billetes de curso legal en moneda nacional de oro al cambio de un peso moneda nacional de curso legal por 0,44 centavos en pesos moneda nacional oro sellado". En lo concerniente a sus emisiones, los primeros billetes de la Caja fueron de 50 pesos con la figura de Juárez Celman y de 500 pesos con el retrato de Manuel Belgrano, sobre diseño de los billetes de los bancos garantidos. A continuación, puso en circulación los valores fraccionarios entre 5 y 50 centavos por intermedio del Banco de la Nación Argentina.
El régimen de conversión se sostuvo hasta la Primera Guerra Mundial (1914). El inicio de los conflictos bélicos llevó a la desaparición del patrón oro en toda Europa, ya que todos los países beligerantes y neutrales retiraron de circulación sus monedas de oro, reemplazándolas por billetes inconvertibles. En Argentina, en coincidencia con la iniciación de la guerra, se produjo una gran extracción de oro de la Caja de Conversión así como la extracción de depósitos de los bancos. El gobierno suspendió el canje de billetes contra oro en la Caja. Este régimen se mantuvo hasta 1927, época en que fue restaurado la Caja.
Marcos Cicchirillo
La Ciudad
