Harry trabajaba en el ferrocarril, una de las principales labores de aquellos tiempos. Cuando se levantaba a las 4.30 para encaminarse hacia su tarea, la principal. Porque con el fútbol no le alcanzaba para vivir como sucede en estos días. "Ahora los futbolistas ganan fortunas, antes nada. La mayoría trabajaba. Es que en el 39 el sueldo máximo de un futbolista era de 100 pesos y por partido ganado te daban 50. Pero había que ganar. Mientras que un operario ferroviario y los bancarios, que eran los mejores remunerados, no llegaban a 250 o 280 por mes", recordó una de las glorias auriazules. "Pero no todos cobraban. Y no siempre", aclaró. "A mi en el 42 me debían 1.700 pesos, cuando estaba de presidente Rodríguez Araya. Pero me obligaron a hacerme socio vitalicio por 500 pesos y al resto lo tuve que donar". Algo que difiere demasiado en relación a las ganancias de hoy. "Es que ahora el fútbol tomó otra orientación, lo maneja la televisión y los intermediarios, algo que antes no existía". Otra cosa que no se conocía era "la fatiga muscular. Nunca la sentí. Antes también se corría y creo que no hubo ni hay nadie que sea más ligero que Ignacio Díaz, que jugaba conmigo en Central", confió el ahora presidente de la Mutual de ex futbolistas rosarinos.
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