Marcelo Menichetti
León Gieco se alzó con el Gardel de Oro el miércoles pasado en el Luna Park de Buenos Aires. Sin embargo, el premio no significa demasiado para quien tiene como objetivo imitar a Peter Seeger, el astro del folk norteamericano que desde los años 80 no cobra más por actuar. "Mi meta principal es poder hacer lo que hace Pete Seeger, con quien tuve la posibilidad de grabar dos discos. El es una especie de último mohicano de los Estados Unidos. En el año 80, como tenía mucha guita en el banco porque había vendido cuatro millones de placas, decidió no cobrar más las actuaciones", confesó Gieco. Desde aquel ilusionado y rubicundo gringuito que abandonó Cañada Rosquín en los albores de los 70 hasta este veterano con 30 años de caminar escenarios parece que no ha pasado tanto tiempo. Aún mantiene vívidos recuerdos de sus viajes en el carro tumbero con su padre para entregar los tachos de leche en el campo y hoy agradece un premio de la industria discográfica recordando a Ernesto Cardenal: "El secretario de Cultura de Nicaragua, Ernesto Cardenal, decía en épocas de la revolución que el pueblo sonríe cuando tiene cultura", dijo al recibir el Gardel de Oro. -¿Qué significado tiene para usted haber tocado con músicos tan disímiles como Sandro, Pablo Milanés o Elpidio Herrera? -Desde que tengo 9 ó 10 años toco folclore con la guitarra y también tengo un grupo de rock. Esa dualidad me sigue hasta el momento y ahora me animo a cantar con cualquiera, me parece muy divertido. Por ejemplo, tengo una anécdota del "Buenos Aires Vivo" donde toqué con Los Caballeros de la Quema y con Antonio Tormo. La gente no entendía nada pero después entendió todo. "Cachito campeón de Corrientes" y "Sólo le pido a Dios" los compuse el mismo día en Cañada (Rosquín) y se los hice escuchar a mi viejo. Sobre "Sólo le pido a Dios" me dijo: "Esta canción va a recorrer el mundo". Y sobre "Cachito campeón de Corrientes" me dijo: "Con esta vas a tener problemas en el ámbito del rock Raulito". O sea que la pegó el viejo. Desde aquel momento es que la gente me pregunta: "¿Qué hacés, folclore o rock?". -¿Y usted qué dice que hace? -Yo hago cualquier cosa: desde rock, folclore hasta música celta y música indígena. Ya canté en hebreo y el otro día terminé cantando con Xeito Novo en gallego "Quen podeirla enamorarla". Grabé "La rata Laly" que en "Orozco" no entraba, no tenía nada que ver y el disco se iba muy largo. Además tengo una versión de "Adelita" -¿Es la "Adelita" mexicana"? -Es una de las siete u ocho versiones tradicionales que hay. Adelita se les llamaba a las mujeres revolucionarias en la época de Zapata. El hijo de Cipe Fridman, la manager de Enrique Pinti, produjo un disco para el Hospital de Niños con varios artistas. Cada uno tenía que cantar la canción que les cantaba el papá o la mamá cuando eran chicos. Y mi viejo me cantaba "Adelita" cuando yo lo acompañaba a llevar los tachos de leche al camino principal. Yo viví en el campo hasta los 6 años y le ayudaba a mi viejo a ordeñar. A las 8 ó 9 de la mañana salíamos con un tumbero lleno de tachos de leche que llevábamos al camino principal. Ahí mi viejo me cantaba "Adelita". -¿Qué significa para usted la palabra coherencia? -Es, como acabás de decir vos, una palabra. Nada más. Para ser coherente tenés que tener un sentimiento de coherencia, tenés que vibrar con ciertas cosas, no fingir. Por ejemplo, hay muchos artistas que fingen ser rockeros y que de pronto se pasan a la canción melódica; hay gente que finge ser solidaria y después quieren tener la plata de Ricky Martin. Yo no tengo ese tipo de contradicción. Además me conformo con poco: me puedo conformar con lo que tengo en Buenos Aires pero si no pudiera cantar más, me conformo con comerme un chorizo de chacra bajo un árbol en el medio del campo y estoy bien también. Porque no creo en culturas superiores y eso me permite tener la posibilidad de abandonar todo lo que tengo y ser feliz con dos cosas. -¿Cómo fue el episodio que vivió en Los Angeles donde acabó internado en un hospital? -Tuve un ataque de pánico. Es un descontrol que se traduce en una manifestación física de exceso de adrenalina. Eso se produce por no solucionar una serie de problemas como el exceso de estrés, mucho compromiso, depresiones viejas, cosas no solucionadas en otras épocas de tu vida. Entonces te agarra eso. Es algo sencillo de solucionar. Ahora ya me pasó y estoy físicamente bien. Lo superé con algo de terapia. Tengo la voluntad de salir a correr, a caminar, a hacer gimnasia. No te olvidés que los músicos tenemos una vida que, por un lado es hermosa porque te aplauden, pero por otro lado hay compromisos muy grandes: estás comprometido con una agencia que te busca trabajo; estás comprometido con las 20 personas que trabajan con vos, que son 20 familias; estás comprometido con la compañía grabadora que te adelanta dinero y tenés que entregar un disco. O sea que vivís estresado y eso te trae problemas. Pero a los 50 años en España me sentí como de 18. -¿No tiene vergüenza de confesar la edad? -Para nada. ¿Pero sabés qué libertad significa bajar de un taxi con la guitarra en la mano y que nadie te conozca? Es maravilloso. Me hace acordar cuando empecé. -Es difícil de entender para quien no es reconocido. -Y sí. Pero ir a una radio en España es maravilloso porque allá nadie me conoce, excepto el locutor, que es el único que tiene que conocerme para hacer el reportaje y me siento como de 18. -Como cuando tocaba con Los Moscos. -Me siento como con Los Moscos, exactamente (risas). -¿Considera "Por partida doble" un disco aglutinante de músicos? -Es parte de mi carrera, porque he grabado con todos estos músicos y cada una de las canciones tiene su historia. El haber logrado grabar con Sandro no es fácil. -Tocó con admiradores y admirados. -Y es así. Estoy tocando con Iván Noble y con Antonio Tormo que tiene como 90 años; toco con Sandro y con Sixto Palavecino. Estar conectado con toda esa gente es todo un trabajo. "Por partida doble" es parte de mi trabajo y es parte de mi historia. Aparte habrá dos discos más el año que viene que son otra parte de mi historia. -Es un disco para memoriosos, ¿cómo juzga la memoria de los argentinos? -Y mirá hay que estar siempre refrescándosela. El argentino es muy olvidadizo. -Usted apoyó al actual gobierno... -Sí, y un montón de cosas se fueron al tacho de la basura y otras cosas se repartieron. No fue lo que yo esperaba realmente. Pero no importa y hay que seguir refrescando la memoria. Ya que no está la mayoría de los políticos y la Justicia tampoco, estamos nosotros en eso, siempre hablando de las cosas que nos pasan a los latinoamericanos. Porque olvidar es una constante latinoamericana. -¿Le parece que los cantores populares son la voz de la conciencia social? -Depende de qué cantores populares se trate. Hay cantores populares que son paisajistas y otros cantan a la problemática latinoamericana. Hay quienes tienen ese sentimiento y quienes usan a la canción y tienen la facilidad de componer canciones como para llenarse de plata y tenerla en los bancos de Miami. Cada uno tiene sus cosas. Yo no critico una cosa ni la otra. Yo soy de otro rubro. Para mí los enemigos no son los cantantes, ni Ricky Martin ni Julio Iglesias, para mí el enemigo es el asesino que torturó y mató y que Alfonsín y Menem le dieron el indulto. Esos son mis enemigos. Los músicos no. -Continuamente vuelven muchos músicos de los 70. ¿Le parece que no han dejado descendencia artística? -Hay descendencia artística. Lo que pasa es que muchos artistas fueron quedando en el corazón de la gente. Así como viene Creedence, el Trío América, por ejemplo no vino (risas). Así como viene King Crimson, es gente que siguió tocando y tienen la necesidad de salir a tocar. Creedence tiene la necesidad de cantar, les da el cuero y me parece bárbaro. -¿Qué herederos hay en la Argentina de los músicos que hicieron el rock nacional? -Todos son herederos. Bien o mal lo son. Cuando me invita a cantar Attaque 77 siento que son herederos, porque Ciro, el cantante, se acuerda cuando era un chiquitito de 7 años y me paró en Corrientes y Callao con una armónica y me pidió que tocara algo. Y yo toqué y él no se lo olvidó más. También Chizo, de La Renga. Yo estaba tocando en el año 78 en una disco donde él, con 13 ó 14 años, se había colado. Lo agarraron dos represores y él saltó a la combi en la que yo salía del boliche. Lo subimos y lo largamos a las dos cuadras. Y eso lo recuerda siempre. Hay otros pibes como Los Illya Kuriaki y los de Aspirador Laser que me escuchaban desde la panza de su mamá. Eso son los herederos. -¿Cómo ve el futuro? -Yo sé que no se ve el futuro sino que se construye con el presente y recordando el pasado. Pienso que todos los días tengo que levantarme y hacer algo para después tener un futuro mejor. Si el día de mañana somos pocos los que estamos trabajando por el futuro no importa, vamos a pensar que hemos hecho una cosa realmente importante como un concierto para ayudar a alguien. Mi meta principal es poder hacer lo que hace Pete Seeger que no cobra más por sus actuaciones. Si yo me llego a establecer económicamente, me encantaría tocar solamente para la gente que lo necesite.
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