Año CXXXIV
 Nº 49.078
Rosario,
jueves  05 de
abril de 2001
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Central logró un triunfo más anímico que futbolístico

Alejandro Cachari

Una muy buena sesión de psicoterapia. En el momento indicado, en el instante preciso. Central encontró el resultado que necesitaba. Derrotó a Junior de Barranquilla por 1 a 0, se trepó a la punta del grupo I de la Copa Libertadores de América, rompió el maleficio de no poder convertir y mira el futuro inmediato con otro estado anímico. Para un segundo plano quedará el análisis futbolístico, que por otra parte también favoreció a los auriazules. El equipo de Bauza fue un justo ganador. Fue el que más hizo de los dos para quedarse con los tres puntos.
La tranquilidad fue el primer argumento que debe exponerse para justificar que Central empezó a ganar el partido desde una puntillosa utilización de su capacidad emocional y temperamental para no ser desbordado por los agentes externos. Y había motivos para desconcentrarse y desmoralizarse: siete fechas sin triunfos en el Clausura, casi cinco partidos sin goles en el mismo torneo, un empate con sabor a nada ante Universitario y un paulatino desmejoramiento del sistema de juego. Sobradas causas como para suponer que la relación con la pelota podría sufrir ciertos imponderables incontrolables sólo con actitud futbolística. Central necesitaba amigarse con la pelota, pero primero tener bien ordenada su cabeza. Estableció ese esquema de prioridades y ofreció casi toda su madurez en pos de un desarrollo que no dejaba casi ningún margen para equivocaciones.
Al minuto un centro de Moreno no pudo ser capitalizado por Arriola, pareció penal a Ezequiel González y el toque de Cuberas aterrizó en el último recurso que les quedaba a los colombianos para evitar el gol: el pecho del ex tatengue Carlos Asprilla. A los 3' Vitamina la calzó muy abajo un poquito más atrás del punto del penal y la tiró al barrio de los chaperitos.Fueron dos jugadas que bien pudieron desmoralizar la supuestamente endeble y desvalorizada autoestima canalla; pero no fue así. Y esa fue la primera gran inversión de Central en el partido.
A los 22' Arriola representó una gran caída en el área cafetera que Gustavo Méndez compró como si se tratara de una oferta inmejorable, y el equipo de Bauza empezó a torcerle el brazo a la racha.
Cuberas se sacó de encima todos los fantasmas y lo aseguró fuerte, ligeramente a la izquierda de Chiquillo a los 24'. El primer paso estaba dado. La primera gran deuda, la falta de gol, estaba saldada. Llegaría entonces el tiempo de darle un poco más de vuelo a las virtudes futbolísticas, ya que el desgastante ejercicio de control mental había dado sus frutos en la red de Junior.
La solidez defensiva canalla, que sufrió una impasse ante Talleres, sirvió para que el equipo donde nació futbolísticamente el Pibe Valderrama sólo incomodara dos veces a Tombolini en el resto de la etapa; en ambas ocasiones a través de Ballesteros, el mejor colombiano en cancha.
Se les complicó a los auriazules el inicio del complemento, porque Junior se plantó un poco más arriba y Ballesteros, apodado Fantasma, empezó a despertar ciertas inseguridades que se dispersaron con el paso de los minutos.
Allá por los 24', un centro-remate de Restrepo que casi se le cuela a Tombolini por el segundo palo fue el último atisbo de desestabilización. A pesar de eso, a los 13' Arriola reventó el travesaño después de una gran jugada de Arias.
Pero la sesión de psicoterapia llegó al final con el objetivo cumplido. Muchos de los fantasmas se volaron al viento con el pitazo final de Méndez. De paso, la punta del grupo 1 aparece como un preciado trofeo para los tiempos que corren.



Lequi rechaza ante Marquinhos. Una victoria clave.
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