Todas las mañanas, para ir a su trabajo, un habitante de Capital Federal toma un subte subsidiado por los impuestos de todos los argentinos. Por la tarde, puede pasar un rato en la Biblioteca Nacional y, llegada la noche, relajarse en una butaca del teatro Cervantes. Estos organismos también se sostienen con fondos del Estado nacional, sin embargo sólo abren sus puertas en Buenos Aires. Por eso, a más de un rosarino le cuesta reconocer en los hechos el federalismo adoptado por el país para su organización nacional y mastica con resignación la conocida frase de que "Dios es argentino, pero atiende en Buenos Aires".
Quizás lo más ilustrativo de este centralismo sea la queja constante de que todas las decisiones se toman en Capital Federal. Y una clara evidencia de esto es la distribución de los presupuestos anuales del gobierno nacional: gran porcentaje de ellos queda en la burocracia porteña. Por sólo citar un ejemplo, de los 127 millones de pesos que gastó la Secretaría de Cultura de la Nación, nada menos que el 92 por ciento no llegó a atravesar la General Paz.
En materia sanitaria, la situación es similar. La mayoría de los hospitales nacionales atienden en Buenos Aires. La Secretaría de Salud mantiene a los hospitales Malbran (con un presupuesto de 18 millones de pesos anuales), el Sommer (12 millones) y la Colonia de Montes de Oca (12 millones), por sólo citar algunos.
Además, 40,3 millones de pesos del presupuesto de la Universidad de Buenos Aires se destinan a sostener otros cuatro hospitales, el Clínicas, el Lanari, el Instituto Rolfo y el Hospital de Tisioneumonología.
Pesares provincianos
Claro que hay otros registros aún más cercanos a la experiencia cotidiana que alimentan estas diferencias entre el interior y Buenos Aires: sacar una documentación nacional (pasaporte o DNI) tiene un tiempo distinto según donde se realice el trámite. Volar fuera del país requiere, en la mayoría de los casos, una escala en Ezeiza. Y más de una vez el pronóstico del tiempo sólo les recomienda llevar paraguas a los que viven en Capital Federal.
Los medios de comunicación ¿nacionales? suelen reproducir estas diferencias. El 85 por ciento de las noticias que despiertan cada mañana a los argentinos relata acontecimientos que ocurrieron en Buenos Aires. Un bache en Capital tiene más prensa que la inauguración de un hospital en una ciudad de provincia.
Canal 7 (ex ATC), con declamada vocación federal, no es ajeno a esta realidad. Aunque la emisora es sostenida con los impuestos de cada habitante del país, cuando un programa anuncia "La noche en la ciudad" no cabe ninguna duda de que las imágenes serán del Obelisco. Y aunque las vistas sean del interior, como en "Estudio país" o "Rutas argentinas", los conductores, camarógrafos, guionistas, equipos y directores también serán de Buenos Aires. O sea, tendrá un visión porteña.
Cabeza de Goliat
Ya en la década del 40, Ezequiel Martínez Estrada retrató estas desigualdades y pintó una Argentina con una enorme cabeza, Buenos Aires, y un cuerpo raquítico y desmembrado. "Las provincias han creído que Buenos Aires, como sede de las autoridades nacionales, era el punto supremo de la aspiración de todos, mientras que Buenos Aires procedió con esos aportes sagrados con un criterio no sólo unitario, sino verdaderamente municipal. Se engrandeció, se embelleció, se fortificó más exclusivamente como urbe y no como capital federal".
Sesenta años después, la pregunta es cuánto se ha hecho para revertir este desequilibrio o más bien si el paso del tiempo sólo ha llevado a profundizar esta brecha.
Cultura: un caso grotesco
Y, otra vez, los números hablan por sí solos. De los 37 millones de habitantes del país, 3.046.662 viven en Capital Federal, 14.214.701 lo hacen en la provincia de Buenos Aires, 3.098.661 en Santa Fe, 3.090.803 en Córdoba y 1.607.618 en Mendoza.
Sin embargo, la distribución de los recursos de los organismos nacionales dista de ser proporcional. Quizás el caso más grotesco sea el de la Secretaría de Cultura de la Nación. De cada 10 pesos que gasta, 9 quedan en la ciudad de Buenos Aires y sólo 6 centavos llegan a Santa Fe, por citar sólo un ejemplo.