José María Petunchi
Domingo 26 de febrero. Cuarta fecha del Clausura. Estadio de Arroyito. Central es ampliamente superior a River, la gente disfruta de una tarde brillante del equipo del Patón. Gana, gusta y se florea. Pero el gol de Ortega, tras un rebote, le deja un gusto amargo por un inmerecido empate. Cinco días después en Liniers visita a Vélez. Con un primer tiempo notable no termina de cerrar el partido y en el comienzo del complemento vuelve a quedarse casi vacío cuando un tiro libre de Federico Domínguez pone el 1 a 1. Lunes 12 de marzo, con el Gigante como escenario. Esta vez no logra sacar tanta ventaja en el juego ante Colón, pero igual genera no menos de 15 situaciones de gol, aunque algunas hayan sido claras y otras no tanto. Sábado 17 de marzo en La Plata. El rival es Estudiantes, y los canallas logran otra vez imponer su superioridad futbolística pero sin contundencia. Los auriazules tuvieron diez situaciones y no las aprovecharon. Y el pincha le sacó una luz de ventaja en el ratito de desconcierto que tuvo, en una de sus tres jugadas claras. Así es este presente poco venturoso de Central en el Clausura. Un equipo que genera fútbol y situaciones de gol, pero que no las define. Que se desconsuela por sus errores y se lamenta por las oportunidades perdidas. Y que a esta altura del torneo ya se empieza a despedir de la conversación por los lugares de privilegio en el Clausura. "Es sólo una mala racha", justifica el Patón sin dejar de lamentarse por las situaciones dilapidadas. Y razón puede que no le falte, pero tampoco es el único argumento por el cual Central no puede ganar los partidos. Y aunque la sentencia que dice "que los goles que se erran en el arco de enfrente se sufren en el propio" sea demasiado trillada, a este equipo canalla le cae como anillo al dedo. Pero tampoco hay que dejar de lado los errores con los que el equipo contribuye a esas circunstancias. Porque encima que le cuesta una enormidad llegar al gol tampoco tiene las armas como para dejar de ser vulnerable en el fondo. Conclusión, no puede cerrar los partidos y pierde puntos valiosísimos, que hoy lo podrían ubicar entre los habitantes de la cima de la tabla. De hecho, en los primeros tres encuentros del torneo los auriazules convirtieron ocho goles y sólo dos en los cuatro últimos, aunque los rivales hayan sido de distinta envergadura. Cuando fueron contundentes se codearon con la punta, y ahora que no encuentran el arco ceden terreno ante equipos que hacen bastante menos que Central para quedarse con los tres puntos. También es cierto que el equipo no liga, porque en otras oportunidades los cabezazos de Pizzi hubiesen entrado, algún tiro libre del Equi hubiera sido un golazo y el Rafa no hubiera desperdiciado las situaciones que tuvo casi debajo del arco. Pero cuando la mano viene cambiada hay que buscar las variantes necesarias para revertir la historia y no estancarse en el lamento por lo que pudo ser y no fue. Y no siempre las variantes están al alcance de la mano. A veces están, pero hay que buscarlas más.
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