Pedro Squillaci
Emoción. Expectativa. Banderas tricolores flameando en lo alto de los mástiles. El Monumento a la Bandera vivió ayer un día de fiesta que ya está en la historia de la ciudad. Cuando el presidente de Italia, Carlo Azeglio Ciampi, levantó su mano entre decenas de funcionarios y efectivos de seguridad, la gente que colmó el Patio Cívico estalló como si hubiese llegado un ídolo de música popular. Ciampi brilló con luz propia, disfrutó, sonrió y encandiló a unas diez mil personas, casi todos escolares e integrantes de las colectividades italianas. "Gracias, mil veces gracias por la emoción que me dan", dijo Ciampi a la multitud. La calidez del encuentro también tocó al gobernador Carlos Reutemann, quien hasta se animó -fuera de protocolo- a agradecerle su presencia ante el público en un riguroso italiano. Otra muestra de integración la dio el intendente Hermes Binner cuando se lo vio cantar el himno italiano con toda naturalidad. Ciampi habló de paz, de solidaridad, de libertad, de unirse ante la adversidad para poder atravesar los momentos difíciles. "Italia superó la guerra y hoy es uno de los países más importantes del mundo", ejemplificó. Rogó a los jóvenes "mantener alta la italianidad" y tuvo una especial mención para los ciudadanos italianos residentes en el país que no pueden votar a sus mandatarios. A ellos, les prometió que hará todo lo posible para que después de las elecciones en Italia del próximo 13 de mayo puedan ejercer ese derecho. La expresión "¡Viva Italia!" sonó tantas veces como "¡Viva Argentina!". Y no vino sólo de los integrantes de las distintas familias y asociaciones de la colectividad que inundaron el acto con sus pancartas y trajes típicos. Lo dijo el propio Binner, en uno de los discursos más breves y enfáticos que se le hayan escuchado; también Reutemann, que rompió su acostumbrada sobriedad, y desde ya Ciampi, quien hasta incluyó en su mensaje unas estrofas del Himno Nacional Argentino. El presidente tuvo gestos cómplices con el auditorio, integrado por miles de estudiantes de escuelas en donde enseñan lengua italiana, y hasta le dio un saludo a "la grande Dante Alighieri". Actitud que fue festejada por los alumnos, de riguroso azul, pero un poco silbada por los estudiantes de los otros colegios. Ciampi y su esposa Franca se conmovieron con fragmentos de óperas de Verdi interpretadas por el coro municipal "Pía Malagoli". El primer mandatario levantó una mano en dirección a los coreutas, y pareció que entonaron con más fuerza que nunca. Nueve sillas estaban dispuestas sobre una alfombra azul en el palco central, que fue dispuesto con un techo de lona para afrontar cualquier inclemencia del tiempo. Los lugares de honor los ocuparon Ciampi; su esposa; Reutemann; Binner; su flamante mujer, Silvana Codina -en su primera aparición en un acto público-; el vicegobernador Marcelo Muniagurria; el cónsul italiano Mario Trampetti; la embajadora argentina en Italia, Elsa Kelly; y el embajador de Italia en Argentina, Giovanni Jannuzzi. Luego de los himnos argentino e italiano, Binner fue el primero en hablar al público y dijo que la presencia de Ciampi es "un motivo de alegría" porque fue "en este mismo lugar (el Monumento) donde un hijo de italiano, Manuel Belgrano, creó la bandera nacional". Binner pidió unir los lazos entre ambos países y cerró con un "¡Viva Italia, viva Argentina!". A renglón seguido, Reutemann despertó aplausos cuando destacó que: "La visita del señor presidente de Italia a nuestro país, en estos momentos, representa una señal de apoyo y estímulo que quiero agradecer en nombre de todo nuestro pueblo". Pero el Patio Cívico fue una sola ovación cuando fuera de protocolo Reutemann se convirtió de repente en el Lole, y en italiano agradeció a Ciampi y a la colectividad por los momentos vividos en su vida profesional cuando fue piloto de Fórmula 1 con la escudería Ferrari. El acto tuvo también un momento emotivo con el discurso de una inmigrante de más de 70 años con típico atuendo, que hizo lagrimear a Franca Ciampi, y una extensa alocución de un estudiante que habló en nombre de las colectividades que residen en la región. Ciampi se fue del Monumento como llegó. Con una sonrisa a flor de labios y tratando de abrazar a todos los presentes con las manos en alto. "Arrivederci", se le escuchó decir. Minutos más tarde, desapareció entre la multitud.
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