Año CXXXIV
 Nº 48.958
Rosario,
lunes  04 de
diciembre de 2000
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Algo de paz
Un clásico tranquilo con incidentes menores

Los pibitos vestidos con camisetas rojinegras y auriazules que pasearon una enorme bandera con el título No a la violencia, en los minutos previos al partido, quizás hayan tenido alguna influencia para que el clásico se viviera con bastante paz pese a algunas escaramuzas en ambas tribunas. En ese sentido, puede decirse que el operativo de seguridad resultó acorde a lo que se necesitaba para un espectáculo de semejante envergadura, aunque algunas perlitas negras igual quedaron para anotar.
Unos quince minutos antes de iniciarse el partido, el grueso de la barrabrava del grupo Los Pillines intentó ingresar sin pérdida de tiempo por la puerta 8, cuando la tribuna auriazul ya reventaba de simpatizantes. Los empujones fueron reprimidos por la policía con disparos de balas de goma, generándose una estampida de gente por el parque Independencia, aunque al rato retornó la calma y la barra canalla, como era previsible, entró y se hizo lugar en los escalones de la popular.
La misma barra protagonizó el segundo incidente, cuando en el entretiempo cruzó todo tipo de insultos con los plateístas de la vieja visera, algo habitual en el Coloso cuando llega una hinchada visitante numerosa, ya que nunca se prevé un cordón de agentes en el alambrado que separa ambas tribunas.
Cuando la policía se dio cuenta de que las cosas podían pasar a mayores, irrumpió con firmeza provocando la inmediata reacción de los hinchas canallas, quienes cambiaron entonces el blanco de las agresiones. Tuvo que ser el propio jefe de la barra, Andrés Pillín Braccamonte, quien levantando esta vez la bandera de la paz sacó a los suyos del lugar para calmar los ánimos.
La última escaramuza ocurrió en la tribuna de enfrente, cuando en medio del complemento, un grupo de policías empezó a repartir palos contra los hinchas rojinegros que se apiñaban contra el alambrado. Inclusive, a uno de los agentes parecía imposible hacerle desistir de su bronca. Unos minutos después, todo volvió a la normalidad.
Las bombas de estruendo, esas que pueden propiciar la suspensión de un partido, se hicieron oír sólo antes del partido desde las dos tribunas. Pese al celoso cacheo policial, entraron a las tribunas igual, varias envueltas en una bandera rojinegra que fue lanzada desde la vereda hacia la tribuna sin que los agentes se dieran cuenta.
Pese a todo, esta vez la violencia fue tema secundario en el clásico.


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