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 lunes, 05 de noviembre de 2007  
Ejemplo de integración de un discapacitado en Cañada de Gómez

Walter Gasparetti / La Capital

Cañada de Gómez.— “Vos me enseñaste a no bajar los brazos, y si caía y la cabeza me golpeaba, decías que me volviera a levantar”, dice una de las prosas de Gonzalo Rógani, un joven de 24 años que a pesar de padecer un severo problema motriz a causa de una parálisis cerebral escribe narraciones y poemas, que quedaron plasmadas en un libro que acaba de presentar.

   La frase pertenece al poema “Mamá” que integra el libro “Mis sentimientos sagrados”, una recopilación de escritos que Gonzalo inició hace unos nueve años. En ese entonces, le consiguieron una computadora con un teclado especial para que el joven pudiese presionar las teclas y plasmar sus ideas y sentimientos.

   Los textos del escritor quedaron archivados durante mucho tiempo en la máquina, hasta que los directivos y docentes de la Asociación Civil para la Integración de Niños y Jóvenes con Discapacidad (Ciat) descubrieron cierto valor literario en sus obras, que luego el poeta Víctor Tissera terminó por corroborar.

   “Nuestra tarea en esta asociación es acompañar a que cada uno elija el camino que quiere”, explicó la coordinadora del Ciat, Mariana Capriotti, al aclarar que la tarea de la asociación es prácticamente personalizada, paciente, con especialistas en diversas disciplinas.



Nuevos espacios. En el Ciat se ayuda a abrir nuevos espacios donde cada uno de quienes participan del proyecto pueda hallar la posibilidad de protagonizar su propia historia. Hoy cuentan con 17 alumnos, tanto adolescentes como niños.

   Pero fue en su escuela primaria, el Instituto José Razetto, donde Gonzalo aprendió a leer y a escribir en una computadora. Los docentes de la institución aconsejaron y ayudaron a los familiares a que consiguieran una. Y el muchacho agradeció rápidamente: empezó a escribir.

   La psicóloga María Alejandra Capriotti fue una de las primeras en bucear en los trabajos de Gonzalo. En una de las aulas que posee el Ciat en su sede de calle Ocampo al 1100, la profesional contó que Gonzalo también posee una computadora allí donde plasma sus escritos.



Canciones e historias. “Acá empezó con canciones e historias de viajes que nos impresionaba por los detalles describiendo lugares a los que nunca había ido”, dijo Capriotti a La Capital.

   La profesional acotó que se llegó a preguntarle a la mamá del joven “cuándo había viajado a tal lado u otro y ella nos respondía que a esos lugares no había viajado nunca”.



Viaje interior. Es que Gonzalo viaja con la mente. Hacia otras geografías, pero también hacia su más profundo interior de donde ha sacado poemas como “Amar es algo hermoso”, o “Quiero ser tu amor”, muchos de los cuales están dedicados a su eterna amiga Abigail.

   “A través de la palabra, intento pedirle a Dios que me sostenga en las caídas amargas, y me haga comprender la verdad de la vida. Necesito tener día a día la esperanza que me permita seguir adelante con alegría, a pesar de la batalla que debo sostener para que no se oscurezca la luz”, escribe Gonzalo.

   Tissera contó que apenas lo conoció le contó que su sueño era publicar un libro con sus obras. “Entre el abrazo y la emoción nació el pacto para que su sueño se realizara”, dice Tissera en su prólogo. El resto fue para él puro oficio: seleccionar, compaginar y buscar los fondos para hacerlo posible.

   La mamá de Gonzalo, Stella Maris Alonso, no puede contener tanta emoción. Es que han sido años difíciles los que tuvo que atravesar la familia. Contó que además de su esposo, el joven recibe el apoyo incondicional de sus hermanos, César de 23 años y Emmanuel, de 16.



Aprender jugando. Capriotti tiene un abecedario sobre el escritorio. Su tarea es ayudar a que Gonzalo se comunique más fluidamente con el mundo que lo rodea.

   “Es increíble porque todo lo hicimos jugando, primero con letras de zambas y otros ritmos, escritos sobre canciones existentes, hasta que esa tarea se tornó en una cosa seria para él”, confió.

   La publicación también es un premio para las docentes porque supieron acompañar ese esfuerzo de que nada está perdido y siempre hay que luchar. Como dice Gonzalo bien enseñado por su mamá en el poema que le dedica: “Vos pusiste luz en mi camino de oscuridad ¿Cuántas noches, desvelada, me cuidaste sin horario?”.

   La presentación del libro, que llenó con creces el espíritu de quienes asistieron, reflejó la importancia de las cosas simples, las mismas de las que escribe Gonzalo: “Hay aire y sol, hay nubes en el cielo azul, y más allá, tal vez, canciones. ¿Hay esperanza?, hay esperanza para nosotros que nacimos diferentes”.


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