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 lunes, 05 de noviembre de 2007  
Pericia de ADN salvó a un acusado de violación que pasó dos años presos

Un delito no se aclara castigando a “cualquiera”. Con ese criterio, dos camaristas confirmaron la absolución de un acusado de violación que fue reconocido en la calle por la víctima, pero despegado del caso por un análisis negativo de ADN.

   J.L.V., de 30 años y conocido como Duende, estuvo dos años preso por el ataque sexual a una chica de 15 años en el parque Independencia. No había sido detenido con pruebas débiles: la joven lo reconoció en la calle al día siguiente, le secuestraron un cuchillo y un testigo lo señaló en una rueda judicial.



Pericia genética. Pero en septiembre el juez de Sentencia Julio García lo absolvió por el contundente resultado de un estudio de ADN, que no halló relación entre la muestra de semen y el patrón genético del detenido.

   El fallo fue apelado por la fiscal Cristina Rubiolo, quien pretendía una condena de 12 años de cárcel. Sostuvo que la prueba genética podía haber sido afectada por fallas en la manipulación del material. Y añadió que la “precisa identificación” del imputado por parte de las víctimas, el hallazgo del cuchillo y su resistencia al arresto “bastan para tener por probada su responsabilidad”.

   Ante ese planteo los jueces de la Sala II Ramón Ríos y Juvencio Mestres respondieron que el resultado negativo de la prueba de ADN genera una duda que favorece al imputado. Y que no se detectaron fallas en el procesamiento de las muestras.

   “El reconocimiento puede deberse a un error involuntario de las víctimas y a características físicas semejantes entre el verdadero autor y el imputado. Es sugerente que al ser detenido (J.L.V.) manifestara que lo confundían con su hermano. El secuestro del cuchillo poco aporta, máxime cuando no aparece como muy semejante al descripto por la víctima. Y resistirse es común entre quienes se sienten arrestados por algo de lo que se saben inocentes”, analizaron.

   Así, el Duende quedó libre por el grave ataque sexual que la madrugada del 25 de septiembre de 2005. sufrió J., una chica de 15 años que volvía de bailar con un amigo de la misma edad. A la 1.30, un hombre le colocó un cuchillo al cuello cuando bajaron de un taxi en Rodríguez y pasaje 1109 (paralelo a la vía que corre entre Gálvez y Virasoro). Los condujo hasta el predio de La Rural, donde ató al muchacho y violó y golpeó a la chica en una caballeriza. En el Centro de Asistencia a la Víctima de Delitos Sexuales obtuvieron esa misma noche las muestras de semen.

   El chico recordó haber charlado con el violador en el Fonavi de Ovidio Lagos al 2600, cuando le contó que le decían Duende. Al día siguiente del ataque lo vio por el Fonavi y con un hermano de la chica lo retuvieron frente al Estadio Municipal, donde J.L.V. cuida coches. Los vecinos casi lo linchan.

   Los camaristas remarcaron que la víctima “tiene derecho a que se identifique al autor para que se reciba el justo reproche y castigo”, pero esto “mal podría entenderse como satisfecho por un castigo a cualquiera”. l
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