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 domingo, 04 de noviembre de 2007  
Lo que el viento se llevó
Argentino no aprovechó sus chances y dejó 2 puntos

Elbio Evangeliste / Ovación

Hacer una lectura positiva del empate que logró ayer Argentino obligaría a centrar el análisis solamente en el hecho de haber sumado fuera de casa. Realizar la contraria llevaría a lamentar las pocas pero claras situaciones que el salaíto tuvo para romper con el maleficio de los ya seis encuentros sin victorias. En medio de eso, 90 minutos de un partido totalmente desnaturalizado por el fuerte viento en la lejana Cañuelas, en el que el albo se acomodó mejor a lo que las circunstancias imponían, pero al que no pudo terminar de darle forma, sobre todo desde el resultado. Por eso, a la hora de la sentencia, los dos puntos perdidos se lamentan más que el ganado.

Entrar en detalles en cuestiones tácticas y de rendimientos no es fácil por la sencilla razón que para los jugadores fue más difícil de lo habitual cumplir con el pedido de sus respectivos técnicos. El incesante y molesto viento fue el actor principal, a tal punto que los protagonistas debieron actuar “en función de...”. Pese a ello, Argentino sacó una clara luz de ventaja en el balance general.

En el primer tiempo, cuando el estar lo más lejos posible del arquero Santiago Fernández era condición sine qua non, el albo fue el dueño de la más clara situación, no sólo de ese período, sino del partido. Fue a los 15’, cuando Magallán tiró la diagonal de izquierda hacia el centro y luego de dejar varios rivales en el camino puso de cara al gol a Müller, quien volvió a evidenciar una falta de confianza llamativa.

Después, la solidez de tres cuartos de cancha hacia atrás posibilitó que Cañuelas no preocupara demasiado y hasta fue el sostén para alguna que otra llegada con peligro, como el tiro libre de Fagiani (22’) que tras el desvío en Müller se fue lamiendo el palo izquierdo de un muy seguro Cabral.

Los que pensaron que con el viento a favor la cosa se simplificaría se equivocaron feo. Es que con solo tocarla, la pelota viajaba a una velocidad inusitada. Un par de desatenciones provocaron algún que otro momento de zozobra en el complemento, pero eso hablaba a las claras de un Argentino que tomó la postura de pensar más en ataque que en cuidar el punto.

Fruto de esa actitud llegaron el remate cruzado de Oliva (7’) que Cabral contuvo con lo justo, el cabezazo a quemarropa de Magallán ( 25’) que el uno tambero mandó al córner, la solitaria entrada por el segundo palo de Casini (26’), quien de cabeza la tiró afuera y, dos minutos más tarde, la estupenda tapada de Cabral tras una media vuelta de Oliva y posterior remate del volante que dio en el ángulo.

Cuando el físico se fue agotando, el ímpetu cesó. Y si bien la pelota siguió más en poder de Argentino que de Cañuelas, la suerte parecía echada. El viento, lejos de amainar se ensañó aún más y lejos de arrastrar un punto hacia Rosario pareció llevarse al demonio los otros dos que el salaíto mereció.
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