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 domingo, 28 de octubre de 2007  
Nuevo gobierno, nuevo Estado

Por Carlos Duclos / La Capital
En su tratado o ensayo sobre “La paz perpetua”, Immanuel Kant sostuvo que “el problema propio de la política es conseguir la felicidad del público, conseguir que todo el mundo esté contento con su suerte”. Lo cierto es que el Estado y sus hombres tienen una gran preponderancia en aquello que usualmente se da en llamar la felicidad del hombre, pero que sería más correcto referir como la paz del ser humano, esa paz que le hace innecesarias la preocupación por asuntos ajenos a la dignidad que le corresponde y la penosa ocupación en acciones complementarias y no queridas que le permitan sobrevivir. Es que ciertamente en las sociedades subdesarrolladas, en donde abunda la injusticia, el hombre común sólo vive preocupado, y ocupado, las más de las veces, en ver cómo sigue flotando. Así, sin que a nadie le importe demasiado, y menos al Estado, el ser humano transcurre su tiempo sobreviviendo, pero no viviendo, permaneciendo, pero no creciendo. Ello, porque la paz que necesita para su desarrollo está ausente, tan ausente como el Estado.

Pero para que el Estado esté presente y guiando como corresponde al ser humano, asegurándole esa paz que le permita desarrollarse en cuestiones básicas y menos básicas, es menester que sea eficiente, eficaz y que esté comprometido con el destino del hombre. Para eso se necesita un Estado debidamente organizado y funcionarios interesados en el bienestar del pueblo, y no un manojo de leyes, estructuras jurídicas inaplicadas e inaplicables y gobernantes al servicio de sus propios intereses al que se les suma una burocracia anárquica y desentendida.



Reforma profunda. A propósito, dígase que el nuevo gobierno que asumirá en la provincia de Santa Fe, encabezado por Hermes Binner, se propone una reforma profunda del Estado provincial. Una reforma que, y esto dicho por los propios funcionarios que asumirán en el mes de diciembre, no implica la aflicción de ningún sector del aparato estatal y, mucho menos, de los empleados públicos. Por el contrario, según las palabras de los futuros gobernantes, se mejorarán las condiciones laborales de todos los agentes públicos con lo que se logrará un mayor rendimiento del sector. Esto debe aclararse, puesto que cuando se habla de reforma del Estado se tiende a pensar en recorte de recurso humano.

La gestión de Binner tiene pensado, por ejemplo, descentralizar la gestión dividiendo la provincia en cinco grandes regiones. Tales regiones tendrán como cabecera (y puede inferirse de allí la ubicación de cada una de ellas) a las siguientes ciudades: Reconquista, en el norte; Rafaela y Santa Fe en el centro y Rosario y Venado Tuerto en el sur provincial.

Tal divisoria provincial no es el efecto del azar o de la acción caprichosa, sino que deviene de numerosos estudios realizados por los equipos de trabajo congregados en el Frente Progresista. Por otra parte, esta división, esta regionalización de la provincia tendrá en cuenta tres grandes aspectos: el urbano o físico-ambiental; el socio-institucional y el económico productivo.

“Tiene que haber en cada región un plan estratégico pensado para las necesidades de la misma”, dice Antonio Bonfatti, futuro ministro de Gobierno y Reforma del Estado. Y añade: “Apostamos a las asociaciones entre lo público y lo privado, en función de los objetivos que son necesarios para la comunidad”. Se buscará, por otra parte, potenciar las posibilidades de cada región. El plan será definido por la comunidad y el propio gobierno, con lo que habrá una conjunción de ideas para plasmarlo. Es el propio Bonfatti el que anuncia, en este contexto, además, que los ministerios deberán funcionar en trama o, si se prefiere otra denominación, en red.

Es decir, el propósito del nuevo gobierno que asumirá en el mes de diciembre es bien definido y claro en materia de estructura estatal: mejorarla mediante una profunda reforma.



Calidad de vida. Se procurará que cada región “viva” mediante la aplicación de pautas y acciones que comprendan la satisfacción de sus necesidades y que permitan el desarrollo conforme a los recursos que estén presentes. Es, sin duda, un plan plausible que seguramente contará con el apoyo de todo la ciudadanía, puesto que con él se procura mejorar la calidad de vida y evitar que la sociedad siga a veces meramente sobreviviendo, en un marco a veces desorganizado.

Por otra parte, el proyecto tiende a la descentralización “sin que ello signifique —sostiene otro integrante del Frente— afectar a nadie. Por el contrario, la meta es favorecer a todos”. Sin ánimo de hacer cuestionamientos, no puede menos que expresarse que a esta altura de la vida santafesina es incomprensible que se mantengan centralismos que flaco favor le hacen al desarrollo armónico de la comunidad provincial.

En este sentido, debe recordarse que hace ya tiempo, y en innumerables oportunidades, se ha ejemplificado en estas columnas con “la industria de la burocracia”. Tómese por caso testigo lo que ocurría en el Poder Judicial: si se creaba un juzgado para la ciudad de Rosario, correspondía uno también para la ciudad de Santa Fe ¿Con qué fundamento lógico? Eso se desconoce, pero lo que no se desconoce es que la capital de la provincia tiene, comparativamente, tantos o más tribunales que la ciudad de Rosario, aunque la realidad demográfica y judicial sean bien distinta.

Pero ello no sólo ocurre en el ámbito judicial, sino en otros niveles. En la Empresa Provincial de la Energía, por ejemplo, hay también, y comparativamente, tantos agentes como en la ciudad de Rosario, aunque la mayor demanda y el mayor peso se tenga en esta ciudad. Lo cierto es que, en este aspecto, la seccional Rosario padece de una importante falta de cantidad de personal con el que hacer frente a los requerimientos de todo tipo que se han incrementado en los últimos meses por los miles de usuarios nuevos.

Y debe decirse, por lo demás que esta cultura burocrática ha perjudicado en gran manera a la propia ciudad de Santa Fe, que se ha visto privada de acceder a otras fuentes laborales vinculadas a la producción y la industria, sólo porque el Estado, históricamente, no estuvo en el nivel adecuado, ni adoptó las medidas necesarias para satisfacer las necesidades en ese aspecto.

La reforma del Estado que se propone el nuevo gobierno no es poca cosa. Tampoco lo es el trabajo que demandará concretar tal transformación.

Como señala Bonfatti, la tarea requerirá primero “un poco de docencia”, es decir hacer conocer a la comunidad en qué consiste, por ejemplo, la regionalización, cómo se realizará y qué resultados se persiguen, para después ingresar a la faz de la implementación.

Como se ha dicho, sin dudas una idea plausible de ejecución necesaria.

Y para finalizar un interrogante: ¿Bastarán cuatro años para ejecutar el plan y consolidarlo? Algunos antecedentes muestran que en Santa Fe hay discontinuidad en las políticas de Estado y ello perjudica grandemente a la sociedad. El nuevo gobierno deberá asegurarse de que el cambio no sólo se mantenga, sino que se fortifique con el tiempo.


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