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 viernes, 28 de septiembre de 2007  
Muere otro joven que inhalaba pegamento y una nena está grave
Es el tercer caso fatal en 17 días. La chiquita de 12 años consumía varios tóxicos. El viernes se lanza una campaña que prohíbe la venta de cemento de contacto a menores

Laura Vilche / La Capital

El parte médico corfirma que Angel Amarilla, de 18 años, quien vivía en una villa de emergencia del barrio Ludueña, murió ayer a la madrugada de un paro cardiorrespiratorio en el Hospital Carrasco. Pero por fuera del informe médico se abren decenas de preguntas sobre su deceso y el de otros dos jóvenes, de 14 y 15 años, en apenas 17 días. Los tres compartían, tal vez sin haberse visto nunca, trágicas coincidencias: inhalaban pegamento desde hacía tiempo, no estaban escolarizados ni trabajaban y vivían en la más absoluta pobreza. En tanto, una chiquita de12 años, también consumidora de cemento de contacto y otros tóxicos, se encuentra grave en el Hospital de Niños Víctor J. Vilela (ver aparte).

   Angel vivía en Solís al 200 con su madre; su padre falleció hace dos años. Aparentemente había estado el miércoles a la noche inhalando pegamento con sus amigos y se descompensó lo trasladaron a su domicilio. Como no mejoraba, una joven y un muchacho lo llevaron al Carrasco. “Ingresó con un paro cardiorrespiratorio, intentamos reanimarlo pero no hubo respuesta”, relató la jefa de guardia, Irma Vargas.

   Su madre, de nombre Daniela, reconoció que su hijo inhalaba pegamento. “Y vaya a saber qué más, porque acá en este barrio se consume de todo, yo no entiendo de estas cosas y más vale callarse la boca, ¿no? Le pedí varias veces que deje todo eso, pero estaba mal, no tenía trabajo”, se lamentó.

   Su caso, que está en manos del juez penal de Instrucción Nº 4, Jorge Eldo Juárez, es casi una copia de las muertes de otros dos jóvenes, ambos de zona oeste, ocurridas este mismo mes. Nicolás García, de 14 años, y Pablo Maturano, de 15, llegaron prácticamente muertos durante la madrugada a distintos centros de salud. Nicolás falleció en el Carrasco el 11 de septiembre. Y, Pablo, 24 horas más tarde, en el Policlínico San Martín, de Guatemala y Chubut. A los tres jóvenes se les realizaron autopsias en el Instituto Médico Legal. Y si bien se presume que el pegamento pudo influir en sus decesos, se siguen realizando análisis.

   El consumo de pegamento por parte de niños desde los 9 años ya tiene acostumbrada y hasta insensibilizada a gran parte de la ciudad. “Pero resulta que ahora se mueren, ¿qué los mata?”, le preguntó La Capital a la médica de guardia. “Las hipótesis son múltiples. Puede ser el tipo de pegamento, la cantidad que ingieren, el estado particular del organismo —ya que un vaso de vino no perjudica por igual a distintas personas— o la mezcla con múltiples tóxicos. No olvidemos que en clases sociales pobres los jóvenes toman de todo, cualquier cosa; a mayor poder adquisitivo, la droga siempre es de mejor calidad”, dijo la profesional. l
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En las clases sociales bajas los chicos toman de todo; a mayor poder adquisitivo, mejora la calidad.

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