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 sábado, 30 de junio de 2007  
Fabiana Ríos: “Lilita Carrió merece ser presidenta”
La rosarina es un soplo de aire fresco para la política: “Me subestimaron por mujer y chiquitita”

Mauricio Maronna / La Capital

Fabiana Ríos rompe los estereotipos del gobernante medio argentino. Cálida, de sencillez sorprendente y con la sana costumbre de mirar a los ojos del interlocutor parece más (desde lo estético) una militante social que lo que es: gobernadora electa de Tierra del Fuego. Esta rosarina que se fue de la ciudad a los 23 años admite extrañar su pago natal, confiesa su pertenencia canalla y adquiere cierta mímesis con la dialéctica de Elisa Carrió cuando considera que desde el poder fueguino subestimaron “a una mujer chiquita y petisita”.

   —¿Cómo fueron aquellos años de vida en Rosario?

   —Pasé los primeros 23 años de mi vida en la ciudad. Infancia, adolescencia y juventud, la militancia social de la mano del padre Tomás Santidrián; recuerdo el barrio Belgrano, el Normal Nº 2, el galpón de máquinas de coser devenido en Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas. Todas estas cosas forman parte de los recuerdos... ¿Cómo decirle? Son muchas las cosas que se extrañan después de tanto tiempo lejos.

   —¿Y la militancia política por dónde pasaba?

   —Cuando empezó la democracia tenía 19 años, estaba entrando a la Universidad, estudiaba y trabajaba en una Facultad que demandaba muchas horas, y muy metida en lo social en los barrios de zona oeste. Cuando terminé la carrera me fui y, apenas llegué a Tierra del Fuego, comencé a militar en el socialismo.

   —Para quienes estamos lejos su triunfo fue toda una sorpresa, pero el ARI crece paulatinamente en la isla.

    —Sí, en el 2001 constituimos el ARI con compañeros de sectores sociales y gente que se había ido del socialismo, del radicalismo y del peronismo. Quienes me pidieron que armara este movimiento en Tierra del Fuego fueron Alfredo Bravo y Elisa Carrió. Después se constituyó en partido político.

   —En una provincia tan chica, ¿cómo pudo revertir al aparato del kirchnerismo?

   —Hay una forma de gobernar la provincia que la sociedad rechaza, las necesidades de la gente no son satisfechas, el Ejecutivo puso por delante la cercanía con el poder de turno. Tanto es así que una semana antes de los comicios se procedió a una entrega de viviendas que derivó en escándalo, porque un beneficiario ya tenía 20 casas preadjudicadas. Conclusión: no se entregaron las viviendas. En los hospitales de Tierra del Fuego si no se tiene obra social hay que pagar, las escuelas están desbordadas y a pesar de haberse gastado 32 millones de pesos en ampliación y refacción no hubo clases por falta de calefacción y cloacas. Esta percepción fue generando pérdida de instituciones, con lo que fuimos bien recibidos.

   —¿Implica también que la gente empieza a ver otras opciones más allá del crecimiento macroeconómico?

   —Es una situación diferente a las de otras décadas. El hecho más importante, que generó tanta esperanza y alegría, porque yo recibo abrazos de muchos que no tienen nada que ver con nosotros ni con el ARI, es la sensación de un pueblo que recupera la confianza en su propia fuerza. No hay aparato político que pueda derribarlo.

   —Se dice que el ARI es solamente testimonial, de oposición y sin gestiones visibles. Usted rompe el mito, pero también será observada con lupa.

   —Sí, siento que será así. Hay una mirada puesta por varias razones: por el ARI, por ser mujer, porque es un distrito muy pequeño y muy cercano a Santa Cruz. Tenemos la posibilidad concreta y empírica de derribar el mito, nosotros reconocemos que no tenemos experiencia de gestión, lo que no admitimos es la incapacidad.

   —¿Cómo siente íntimamente el hecho de pasar de una vida reposada a la “chica de la tapa”?

   —Es raro... Por el momento lo que cambió es solamente la frecuencia con la que me llaman al celular, por lo demás llevo muchos años de trabajo. Estar todas las semanas a 3.000 kilómetros del lugar donde están mis hijas, mi esposo, implica un esfuerzo familiar y personal muy grande. No me interesa pasar a la historia por el dato folclórico de ser la primera gobernadora electa, sino que espero hacerlo por ponerle justicia la sociedad.

   —¿Por qué un presidente del sur como Kirchner pierde todas las elecciones que se hacen en la región?

   —Es paradojal, porque la Patagonia quiere al presidente Kirchner. Hay una cosa de sentimiento, aislamiento y olvido respecto al centro del país. Hay mucha postergación para el patagónico. Al presidente se lo quiere por su pertenencia pero no por sus prácticas políticas. En cada elección local lo que se discute es la calidad de los aliados del presidente, y la gente no puede asociar eso con el jefe del Estado. Son elecciones circunscriptas a lo local.

   —O sea que el voto al ARI a gobernador no implica que se traslade a las elecciones presidenciales.

   —Es probable. Vamos a trabajar para que se reproduzca, porque estamos absolutamente comprometidos con la candidatura de Lilita, pero la gente le tiene cariño personal al presidente.

   —Algún medio habló de que estaba distanciada de Carrió. ¿Es verdad o fue una operación de prensa?

   —Es una tremenda operación. Tenemos una relación de profundo respeto y cariño, es una de las personas de las que más he aprendido, junto con Alfredo Bravo, y no existe tal distanciamiento. En algunas cosas pensamos distinto, en la mayoría coincidimos, pero nos respetamos y nos queremos mucho.

   —Le dio un fuerte envión a la candidatura de Lilita...

   — Ojalá. Nadie como ella merece ser presidenta de la Nación.

   —Un candidato que quedó afuera del ballottage dijo refiriéndose a usted: “Esta pibita dura seis meses”.

   —Salvo que tenga una enfermedad terminal, no es cierto. Estos creen que una mujer chiquita y petisita no está en condiciones. Cuando pasen seis meses se van a dar cuenta de que sí se puede. Solamente yo sé en que condiciones luché en las elecciones, desde lo económico, al trato de partido de cuarta al que nos sometieron y además a esa cosa despectiva de “esta chica que quiere gobernar”. Fueron tan peyorativos, tan despectivos, que la población empezó a mirarnos con buenos ojos. Tenemos la fuerza que nos dio el voto, ahora hay que sanear la provincia.
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"Ahora debo sanear la provincia", dice al flamante mandataria electa.


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