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 domingo, 20 de mayo de 2007  
Para beber: buena intensidad

Gabriela Gasparini

Opacada por las cepas de moda se puede pensar que ya no queda ni una vid de Barbera en estas tierras, pero no es así, todavía hay bodegas que la vinifican, aunque con suerte diversa, y en la mayoría de los casos sólo la usan en cortes. En Italia sigue siendo aún una de las variedades más sembradas. De sangre piamontesa, en Monferrato se la conoce con este nombre desde el siglo XIII. Claro que debió pasar por duras pruebas antes de ser considerada como una de las hijas dilectas de la región. Hubo de esperar a la debacle ocasionada por la filoxera para que los viticultores se fijaran seriamente en ella, gracias a sus cualidades para sobrevivir erguida sobre pie americano. Con una capacidad de adaptación admirable, tanto a las variables climáticas como a las propiedades de los diferentes terrenos, ya fueran calcáreos, arcillosos, rocosos o arenosos, fue adoptada sobre todo por el aporte de color que brindaba. También por su grado de azúcar y acidez, contribución esta última que no en todos los casos le juega a favor. El gran problema que ha tenido que enfrentar es que no siempre se la supo respetar, y un manejo a veces descuidado tanto en viñedos como en bodegas hizo que su calidad oscilara despistando a los consumidores.

Nació en territorio de campesinos y su primer destino consistió en satisfacerlos. Pero no fue el único, se la utilizó para vinos un tanto rústicos que se bebían en la mesa de todos los días. También se la utilizó para espumosos y frizzanti

reconocidos por su característica aguja, donde sacaba a relucir toda su capacidad para proveer acidez. H0ubo que esperar hasta la década del 80, en el siglo pasado, para que Giacomo Bologna convencido del potencial de esta cepa, la hiciera descansar en barricas y la dotará de una redondez antes impensada.

Sus mejores moradas están en Asti y Monferrato, allí les reservan los mejores suelos, en cambio, en Alba esa prioridad la tiene la Nebbiolo. La Barbera es capaz de transformarse en la opción para los paladares más disímiles. Sus estilos pueden abarcar desde aquellos pensados para los que buscan sencillez y un vino fácil de beber, aromático y frutal para consumir joven, hasta aquellos con pretensiones mayores.

O sea los surgidos de plantas con rendimientos y con crianza en roble que, según sea el objetivo, puede variar de dos meses a dos años. Las características pueden sintetizarse en un color rojo rubí de buena intensidad.

Aromas florales de rosa y violetas; frutales a cerezas, ciruelas, grosellas, frambuesas, y especiados como pimienta, clavo, canela.

Los viticultores que tienen un viñedo registrado tanto en la zona de Asti como en el Monferrato, durante la vendimia eligen cuál de las dos denominaciones quieren usar. Pueden atenerse al reglamento propio y específico de cada zona, o pasar directamente a la denominación Piamonte Barbera. Podría decirse que entre los distintos Barberas la diferencia estriba en que el de Alba tiene buen cuerpo y es potente; el de Asti es más suave y elegante, además de ser poseedor de una buena estructura, y el de Monferrato es más fresco y fácil de beber. En la mesa se adapta a la textura y al sabor de ingredientes bastante variados como pescados, quesos ya sea frescos o curados, verduras, aves, pastas, polenta, y hasta comida especiada.

Si tienen ganas de saber de qué se trata esta uva en estos pagos, hay que hacer lo de costumbre, ni bien ven una botella en una vinería o en el súper, en lugar de dejarla pasar se la llevan para probar.



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