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 domingo, 20 de mayo de 2007  
Al rescate de las palabras en desuso
Una propuesta lúdica y sentimental disparada por un grupo de escritores concita la atención

No sólo hay animales y plantas en peligro de extinción: el vocabulario cada vez más escueto logra que los diccionarios sean cada vez más flacos. Un portal abrió una convocatoria para que las palabras no se pierdan. Dio mucho que hablar.

Escozor, runrún, tarambana son algunas de las tantas palabras del idioma español que se están ajando, poniéndose ocres por ser cada vez menos usadas. Para que estos y muchos otros vocablos no queden sepultados con el paso del tiempo, el portal madrileño de internet escueladeescritores abrió el espacio virtual Reserva de Palabras para que todos aquellos interesados en no dejarlas en el olvido.

La convocatoria fue realizada entre el 30 de marzo y 21 de abril pasado, podían participar todo hispanoparlante de cualquier latitud y también catalanes, ya que esta propuesta fue dada por la Escuela de Escritores de Madrid y la Escola d'Escriptura del Ateneo Barcelonés, y, por supuesto, debían decir por qué la apadrinaban.

El alerta sonó al observar que la evolución del idioma, más que agregar nuevas palabras al diccionario, resultan más -bastante más- las que calladamente se van extinguiendo hasta desaparecer de sus páginas.

En el mundo hay 400 millones de personas que se comunican en español, sin embargo, mientras la población aumenta, el vocabulario decrece. "Reserva de Palabras es un portal donde asomarse para descubrir algunas de las riquezas más o menos ignoradas de nuestra lengua, al servicio de quien quiera encontrarlas y, quizás, revitalizarlas. Un lugar, también, donde rendirles homenaje", dice en uno de sus ítem el sitio.

Así, sin gran despliegue publicitario, de manera silenciosa, lograron la participación de 21.632 personas que apadrinaron más de diez mil palabras y en casi todas se reflejaban una enorme carga emotiva. Por ejemplo, la mayoría de los que apadrinaron "gaznápiro", la segunda más votada, confesaron que se la escuchaban a sus padres o maestros cuando eran pequeños. "En esa palabra resuenan ecos de mi infancia cuando escuchaba referencias familiares a personas palurdas o simplonas", recuerda la chilena Carmen Elías, una de sus madrinas. El argentino Darién Prado la votó porque "la palabra me divierte; me trae recuerdos cálidos de mis lecturas juveniles de los clásicos, y la empleo adrede para sorprender a mis interlocutores, como una humorada, por supuesto", mientras que el colombiano Leonardo Bravo explicó que "es una palabra desconocida para mí, pero con ella puedo referirme a mis amigos que apenas podrán imaginar su significado".

Lo que podría tomarse como un estudio tedioso, solitario y riguroso, se convirtió en una propuesta lúdica y sentimental.

Quizás, quién sabe, los 21.632 participantes anden zangoloteando por ahí, armando un zafarrancho con sus palabras reencontradas y sacudiendo la maula modorra del léxico acotado.
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