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 domingo, 20 de mayo de 2007  
El cantautor español se presenta en el Broadway el próximo jueves
Raphael: “Soy un aprendiz de todo y maestro de nada, y así conseguí buenas cosas”
El Niño dijo además que en escena ya no es desmesurado

José L. Cavazza / Escenario

Probablemente vestía de negro y lo mismo lucía inmaculado. Lo cierto es que Raphael, en su habitación en el Parker Hotel de Nueva York, aparecía a través de la charla telefónica con su sonrisa perenne y siempre tan listo para seguir el juego sin ni siquiera despeinarse, incluso en los breves momentos de inocentes ataques del cronista. El Niño, que se presentará el próximo jueves en el teatro Broadway, se preguntaba si había estado una o dos veces en Rosario. “Eso sí, hace muchos años”, acertó el cantautor español de hitos de la canción romántica como “Escándalo”, “Yo soy aquel” o “Procuro olvidarte”.

—Las viejas glorias están hoy de moda...

—Muchas gracias por la parte que me toca... Pero ¡si no hay artista más vigente que yo!

—No hablaba de usted, sino de Julio Iglesias, Bob Dylan y los Stones. ¿Por qué sucede tal cosa?

—No sé, supongo porque al público les gusta, y quizá con artistas más nuevos no ocurre esto. No sabría decir, pero deben andar por ahí los tiros.

—Y de los nuevos cantautores, ¿a cuál prefiere?

—A mi amigo (David) Bisbal.

—El público que va hoy a sus recitales, ¿cómo es?

—Un público muy variopinto y de todas las edades, pero sobre todo jóvenes porque la gente muy mayor sale menos, entonces los que llenan los teatros son gente de 25 a 35 años.

—Una edad donde se consume mucho rock. ¿No?

— Por supuesto. Muchos fans de Bunbury son mis fans hoy. Bunbury también es fans; él hace canciones para mí porque le gusta Raphael.

—¿Por qué ocurre eso?

—Bueno, yo creo que he marcado tiempos, estoy por la quinta década sobre el escenario.

—Julio Iglesias también marcó una época y Bunbury no le hace canciones.

— No soy observador de estas cuestiones, vivo metido en mis cosas. Yo le puedo hablar por mí.

 —Tiene que haber algo más que el haber marcado una época para que gente como Bunbury se le acerque.

—Debe ser así... Podría ser porque no soy una persona que mira atrás. No soy nostálgico, siempre estoy mirando hacia adelante, y quizá ahí esté el quid de la cuestión de mi vigencia. No hablo del pasado y mira que tengo un pasado... fantástico.

—Por eso no le gusta que le hablen de viejas glorias.

—(risas) No va conmigo eso.

—Esa desmesura suya en escena le ayudó a formar un estilo...

—Esa es una opinión que yo respeto; en una época era así pero hoy ya no, está completamente controlado. Y quizá formaba parte de una puesta en escena. Pero aprendí. Soy aprendiz de todo y maestro de nada. Con esa mentalidad conseguí buenas cosas.

—Fuera del escenario, ¿es un hombre desmesurado?

—No, no. Y en el escenario actualmente tampoco. En el escenario soy una persona que pertenece a este tiempo. Yo creo que Raphael no cambia, sino que evoluciona constantemente. Y eso es bueno para mí.

—¿Sus hijos escuchan su música?

—Claro y, lo que es más importante, los amigos de mis hijos.

—¿Pero a ellos le gustan su música?

—Ah, no se los he preguntado nunca (risas). Por si me dicen que no. En serio, son fanáticos de su padre, pero, como yo, escuchan todo tipo de música.

—¿Sus hijos le hacen críticas?

—Siempre han sido bastante claros en esa cuestión, y dicen tanto lo que no le gustan como lo que le gustan de mí, pero últimamente les gusta bastante todo lo que hago. Desde “Jackill y Hide” para acá están de acuerdo con mi forma de hacer las cosas.

—¿Qué le criticaban antes?

—Pues quizá algún detalle; me decían “papá no hagas eso que ya no te queda bien”. Pero en general no son tan duros conmigo. Además, yo también les digo a ellos lo que no me gusta, el amor de padre no me impide decírselo.

—¿Usted es de esos artistas que dicen que están atravesando su mejor momento?

—Eso lo dice la gente, es más, lo dice la crítica sobre estos últimos cuatro años. Dicen que tengo la voz como hace siglos no la tenía.

—¿Le da bronca el paso de los años?

—No, para nada. No quisiera volver a tener 20 años, estoy fantástico como estoy. Puedo viajar y cantar. Qué bueno que también tuve 20 años, pero hoy tengo mis hijos crecidos y, como se dice habitualmente, la labor hecha.

—No suena muy bien eso de “la labor hecha”.

—Lo digo en relación a mis hijos, porque en mi trabajo me queda muchísimo por hacer. Grabé mi disco 90.

—¿Alguna vez pierde la sonrisa, la cordialidad, las buenas maneras?

—Es que yo soy así (risas). Hombre, de vez en cuando me enfado, siempre por cuestiones de trabajo, pero nunca en las entrevistas.
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El Niño termina de grabar su disco número 90. "Aún me queda uchísimo porhacer", dijo.

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