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 sábado, 03 de marzo de 2007  
Etimología de la vida cotidiana
¿Dios ha muerto?

"Filosofar es aprender a morir" (Michel de Montaigne).

"La gaya ciencia", parágrafo 125, contiene esta afirmación: "Dios ha muerto". Firmado: Nietzsche. Un par de décadas atrás, en pleno auge de los graffittis, en una pared pudimos leer: "Nietzsche ha muerto. Firmado: Dios".

¿Dios puede morir? Según Michel Onfray, autor del "Tratado de ateología"-Ediciones de la Flor, 2006- el unicornio es un mito y, como no existe, tampoco puede morir. Con Dios -deduce Onfray- sucede lo mismo: es tan mitológico, inexistente e inmortal como el unicornio.

Theodor W. Adorno dijo "Dios murió en Auschwitz". Al respecto, un lector del diario Clarín, en carta dirigida a la revista "Ñ" (27/01/07, pág. 4), rectifica: "Auschwitz fue posible porque Dios estaba muerto".

La Muerte es representada como una huesuda envuelta en una sábana blanca, excepto para Marcel Proust, ante quien se le apareció como una gorda vestida de negro. Pero, ¿cuál es la figura de Dios? José Saramago, en "Las intermitencias de la muerte" -Alfaguara, 2006-, sostiene que Dios nunca conseguiría hacerse visible ante los ojos humanos, y no porque no sea capaz, puesto que para El nada es imposible; es simplemente porque no sabría qué cara poner para presentarse ante los seres que se supone ha creado. Es una gran suerte que Dios no quiera aparecerse, opina Saramago, porque el pavor que le tenemos a la muerte sería como un juego de niños comparado con el susto que nos llevaríamos si tal aconteciera. Por eso, de Dios y de la Muerte no se han contado nada más que historias tan reales o ficticias como las que puede albergar la mente humana en su intento de dar algún sentido a la vida que, dicho sea de paso, es más complicada que la muerte.

La Muerte no puede morir -ni tampoco dormir- pues es incapaz de renegar de su laboriosa esencia. La Muerte es también una diosa, hija de Erebo -las tinieblas- y de la Noche. El latín mortis forma los derivados mortal, inmortal, mortalidad, mortificar, mortuoria, amortizar (extinguir una deuda), antemortem, postmortem. Memento mori es una expresión latina que se puede traducir como "recuerda que debes morir". En inglés, hipoteca se dice mortgage, porque la propiedad está como muerta mientras subsista el compromiso (gage). No hay que incluir en esta agrupación la palabra morgue porque es el nombre de un edificio de París donde se depositaban, en el siglo XIX, los cadáveres. Tampoco remordimiento, que deriva del latín mordere, morder, pues nos muerde el arrepentimiento.

Posiblemente la diferencia entre filosofía y religión sea que la primera ayude a morir -como reza la sentencia del comienzo-, mientras que la segunda es la fe en que se cumpla la derrota de la Muerte; es decir, la inmortalidad que Dios habría prometido a los hombres.

Por ahora, es más irrefutable la existencia de la Muerte que la de Dios. Sobretodo, cuando nos sentimos tan abandonados de la mano de Dios (excepto por el gol de Maradona), en un mundo donde la Muerte -como en la mitología- es una verdadera diosa.

Hasta la semana que viene y, ¡que sigan los éxitos!
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