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 sábado, 03 de marzo de 2007  
Yo creo: "El exitismo asesina al espíritu crítico"

Marcelo Menichetti / Escenario

Cada vez se recurre más a los medios para ver qué hay que aplaudir y qué hay que desconocer. El espíritu crítico se va diluyendo entre las volátiles nubes del exitismo. Nunca serán suficientes las veces que habrá que repetir que la frase "el pueblo nunca se equivoca" es, paradójicamente, un aserto equivocado. La vida proporciona suficientes ejemplos como para citar alguno y olvidar los cientos que dan por tierra con semejante temeridad. En el mundo del espectáculo, quienes comentan las obras de las distintas artes suelen recurrir a la cantidad de aplausos que recoge una propuesta para apoyar en ese "éxito" sus comentarios laudatorios. Del mismo modo, la ausencia de adhesiones en la platea suele condenar al hecho artístico al rincón del olvido y, a esa fuente, también recurre el crítico para dar fundamento a sus teorías condenatorias. Un ejemplo del dilema que provoca este fenómeno se produjo en la última edición del Festival Folclórico de Cosquín 2007 cuando Juan Quintero y Luna Monti, dos excelentes pilares del nuevo folclore, fueron silbados por el público que esperaba la presentación del arrasador ex Nochero Jorge Rojas a quien, masivamente, había ido a ver. Ese mismo público que consagra o condena también es seducido por aparatosos revoleos de ponchos y pedidos de palmas; por invitaciones al baile y al coreo de machacantes estribillos, compartiendo de ese modo un pedacito de la gloria que disfruta el protagonista del éxito. En el mismo festival, en la noche de cierre el público aplaudió de pie a Carlos Di Fulvio, un grande casi olvidado. Cabe preguntarse entonces cuándo el público es justo y cuándo se equivoca. Aunque la respuesta no se encuentre fácilmente, el camino más seguro debería ser el que trace el mismo que critica, utilizando su criterio y buen saber para colgar medallas o baldones. En última instancia, una de las condiciones del buen crítico es saber de qué está hablando y otra, tener bien puestos los pantalones.
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