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 jueves, 01 de marzo de 2007  
Califican de miseria la retribución por una vida

Marta Alvarez de Ocanto y Elda Alvarez son las hermanas herederas del juicio por los 3.500 pesos que estipuló la Justicia para indemnizar la muerte de Hugo. Ambas superan los 70 años, pero no le impide a Marta descargar su furia por el fallo. "Mi mamá se murió de tristeza, llamándolo a Hugo todas las noches. Los médicos que la atendían lo saben y ahora encima trabajan en la cooperativa", dice Marta.

Pero la mujer, de 71 años, aporta más elementos que confrontan con la causa. "Mi hermano trabajaba en la fábrica de muebles Guillermuzzi y lo hizo hasta el momento del accidente. Es más, cobramos el seguro de vida que nos pagó la empresa", afirmó Marta.

En varias oportunidades se intentó una solución extrajudicial, pero las hermanas se opusieron. Doña Eduarda vivió la repetición de la tragedia en menos de dos meses. En diciembre de 1997 murió su marido y en febrero de 1998 su hijo Hugo.

"Mi hermano cuando cobraba, dejaba el sobre con la plata en el ropero para mi mamá", insiste la mujer al considerar que la indemnización de 3.500 pesos "es una miseria que no lo queremos, ni nos vamos a presentar".
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