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 domingo, 31 de diciembre de 2006  
Anuario. El medio ambiente en peligro
Un azote de humo y granizo

El clima y el medio ambiente no fueron sólo contexto, sino verdaderos protagonistas de la noticia este año en Rosario. Las interminables quemas de pastizales en las islas que inundaron de humo a la ciudad y la inédita tormenta de viento y granizo del 15 de noviembre pasado, que causó destrozos por 270 millones de pesos, se convirtieron en dos postales que no se olvidarán con facilidad.

El incendio intencional en las islas no fue una novedad del 2006, pero la continuidad y extensión de las quemas llevó a una escalada de enfrentamientos y gestiones entre rosarinos y entrerrianos para que la provincia vecina se hiciera cargo del poder de policía y terminara de una vez con el fuego.

El problema se repitió una y otra vez desde inicios de año, en verano, e incluso prosiguió durante el invierno, lo que llevó a que sólo en agosto último se detectaran más de 20 focos simultáneos, se labraran actas, se produjeran dos accidentes en el puente a Victoria e incluso debiera cerrarse la conexión por la nula visibilidad debida al humo: el fuego llegó a escasos 30 metros de la calzada.

El problema obligó a una reunión el 19 de septiembre entre los respectivos gobernadores. A su término, Jorge Obeid y Jorge Busti pidieron a la Nación que ordenara la intervención de Prefectura y Gendarmería para controlar las quemas. Un día después el gobierno central dio a conocer un plan de 30 días para frenar el fuego con participación de esas dos fuerzas, las policías provinciales y Defensa Civil. Lejos de solucionarse, el problema parece que se agravará con el arrendamiento por parte de la Municipalidad de Victoria de 130 mil hectáreas para uso ganadero.

Pero en cuestión de clima, la tormenta que se abatió sobre Rosario y la región el 15 de noviembre pasado se llevó el mayor titular. El saldo fue atroz: cinco muertos, centenares de heridos, miles de autos y casas destrozadas por la acción de un granizo de tamaño inédito, que rondó los 8 centímetros de diámetro y cayó a una velocidad cercana a los 100 kilómetros por hora.

En términos económicos, los destrozos produjeron pérdidas por 270 millones de pesos entre los graves daños sufridos por el agro, las viviendas, los vehículos, los organismos públicos y hasta el arbolado. La inmediata ayuda gubernamental para que los más pobres pudieran reponer chapas y tirantes no dio abasto y hasta que se pudo cubrir la demanda llovieron quejas y piquetes. Hasta hoy, las vidrierías siguen sin turnos para reponer miles de cristales rotos y aún esperan ser reparados más de mil semáforos en la ciudad. Y siguen los piquetes aunque con otras reivindicaciones.
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