Año CXXXVII Nº 49268
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Información Gral
El Mundo
Opinión
Policiales
Cartas de lectores
Mundo digital



suplementos
Ovación
Escenario


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 15/10
Mujer 15/10
Economía 15/10
Señales 15/10
Educación 14/10
Salud 11/10
Página Solidaria 11/10

contacto

servicios
Institucional


 viernes, 20 de octubre de 2006  
Con vocación de novelistas

La provincia de Santa Fe no registra casos de secuestros extorsivos como en el territorio bonaerense. Pero sí varias historias en los que las denuncias resultaron ser falsas. Claro que entre estos, algunos no dejaron de ser delictivos, como los recordados secuestros astutamente inventados por presos de cárceles, generalmente de Córdoba, que lograban hacerse de un buen capital en claves de tarjetas telefónicas dictadas por familiares de inexistentes víctimas a los que contactaban desde las prisiones.

Ni siquiera logró calificar como secuestro extorsivo el sufrido por un productor agropecuario del norte santafesino, cuyo rapto y posterior pedido de rescate había sido urdido por su propia esposa. Ocurrió en junio del año pasado cuando Raúl Limido pasó 26 horas retenido mientras su mujer recorría la ciudad pidiendo dinero para pagar el rescate exigido por los captores, entre quienes estaba un sobrino de ella.

Hubo otras alarmas que hicieron temer a la policía santafesina por la irrupción de los tan temidos secuestros extorsivos que cada tanto vuelven a poner en vilo a toda la sociedad. En octubre de 2003, un joven porteño de 18 años por el que supuestos captores habían pedido 250 mil pesos fue encontrado en la terminal de Rosario. Al parecer, Emanuel Rodríguez, no se llevaba bien con los tíos con quienes vivía en Santa Fe.

En abril de 2004 fue arrestado en un telecentro de la peatonal rosarina Daniel Asimacopulo. Al parecer, el hombre de 26 años realizaba desde esas cabinas llamados extorsivos a su familia para que pagara un rescate.

Otros motivos son los que parece haber tenido el empresario bonaerense Carlos Maio, de 35 años, quien se había encargado de avisarle a su esposa que había sido secuestrado y que no llamara a la policía.

La mujer, sin embargo, denunció el caso ante la policía antisecuestros que localizó el celular de la víctima en una pensión rosarina: estaba sano, salvo y bien acompañado por dos mujeres dominicanas.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Notas Relacionadas
Otro "secuestro" que fue apenas pretexto



  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados