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 viernes, 20 de octubre de 2006  
Otro "secuestro" que fue apenas pretexto
Un chico de Pergamino había dicho que lo retuvieron y lo dejaron en Santo Tomé. Admitió que fue una falsedad

Una mentira para llamar la atención de su madre. Eso resultó ser el secuestro extorsivo denunciado por un adolescente bonaerense de 17 años que apareció el sábado pasado en la ciudad santafesina de Santo Tomé. Finalmente, Juan José M. terminó confesando lo que para los investigadores era casi un certeza desde que conocieron su relato: no había sido raptado por tres hombres enmascarados para extorsionar a su padrastro, dirigente gremial en Pergamino.

"Desde el momento en que apareció la víctima, ya en el trayecto de vuelta hacia Pergamino, había algunos aspectos del relato del menor que no cerraban. Por ejemplo, uno de los policías que lo fue a buscar a Santa Fe lo conoce al chico porque viven en la misma zona. Y lo había visto la noche anterior en la terminal de Pergamino. Había contradicciones en el relato, pero dejamos que descansara y al día siguiente lo convocamos a declarar. A esa altura ya le había confesado a la madre que todo había sido una mentira", comentó a este diario la fiscal Nº3 de esa ciudad bonaerense, Victoria Mariani.

Asimismo, la funcionaria adelantó que la causa será archivada, ya que no existe el delito de falsa denuncia. "La presentación judicial no fue del chico sino de los de los padres, que actuaron de buena fe".

"Soy de Pergamino y me secuestraron", había dicho el chico a los policías que lo hallaron en una estación de servicio ubicada a unos 10 kilómetros de Santo Tomé el pasado viernes a la tarde, antes de narrar que lo habían raptado tres encapuchados a la madrugada cuando retornaba a su casa y, tras recorrer casi 300 kilómetros en un Renault Clío azul, lo abandonaron en la ciudad que linda con la capital provincial. Si bien la historia que narraba Juan no resultaba convincente del todo en ninguna de las dos provincias implicadas, el caso se trabajó en principio como si se tratara de un secuestro.

Es que los mensajes que el pibe mandó desde su propio celular en nombre de sus secuestradores hacían alusión al padrastro del chico, Walter Darío Aires, dirigente opositor de la actual conducción de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) de Pergamino. Pero ni siquiera al propio gremialista le cerraba la historia de que pudiera ser blanco de una extorsión.

El chico construyó una historia rica en detalles. Comentó que el viaje duró cuatro horas, que llegaron primero hasta una casa rural, pero que no podía precisar por qué rutas habían transitado. Dijo que lo confinaron a una habitación desde las que escuchaba las voces de sus captores. Y que, ya de día, lo subieron de nuevo al vehículo para realizar otras "dos o tres horas" de un nuevo periplo, al cabo del cual lo dejaron en una estación de servicio de Santo Tomé. Desde allí, dijo Juan José, llamó a su familia.

Pero finalmente, en el tribunal pergaminense, el chico enderezó su relato. Confirmó que todo se debió a su intención de llamar la atención de su madre, ya que sentía que ella le dispensaba más atención a su actual pareja que a él.
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