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 sábado, 26 de agosto de 2006  
El cisma. La convención nacional abre el juego a otros partidos, con un guiño especial al socialismo
La UCR ratifica en Rosario un claro perfil opositor a Kirchner
Sin los radicales K y con peligro de ruptura fija la estrategia electoral, aunque no habla de candidatos

Javier Felcaro / La Capital

Con una trascendencia casi inédita en años para un partido al filo de la fractura, aunque sin profundidad y aspereza producto de la ausencia de los radicales K, la convención nacional de la UCR comenzó ayer en Rosario a hacer una demostración de fuerza hacia adentro. También repartió duras críticas al gobierno e instó a "aunar esfuerzos con otras fuerzas compatibles" de cara al 2007, incluyendo un guiño al socialismo, el aliado santafesino.

A la Sala Luz y Fuerza confluyeron 227 convencionales (sobre un total de 347) de todo el país y el ex presidente Raúl Alfonsín, como referente central. El titular del máximo órgano deliberativo, Adolfo Stubrin, abrió el fuego (con dos horas de retraso) sin alusiones a las candidaturas y cosechando en varios tramos de su discurso un cerrado aplauso.

Tras considerar que "no hay razón para que los radicales sintamos un complejo de inferioridad", cuestionó a los correligionarios "que siguen al gobierno y que sí padecen" ese trauma.

Stubrin marcó el rumbo del cónclave: no se hablará de postulantes pero sí de la estrategia para el año próximo, que pendulará de un radical pura cepa a una figura que surja de una coalición, quizá el ex ministro de Economía Roberto Lavagna (como impulsan los alfonsinistas).

"Es inaceptable el canje de condiciones favorables a cambio de la abdicación", advirtió Stubrin. También se adelantó a un posible quiebre: "No nos sentaremos a llorar las pérdidas. Contaremos las bajas y apostaremos a los jóvenes".

Pero los díscolos se ganaron más reproches. "Los desmoralizados son funcionales, no a la reelección de un presidente sino a la deformación de un sistema político", fustigó Stubrin, quien no escatimó singulares calificativos como "volubles" y "tornadizos".

La Casa Rosada recibió críticas por "su abierta interferencia en nuestra vida partidaria para desorganizarnos" y, sobre el presidente Néstor Kirchner, el líder de la convención disparó: "Tiene un proyecto hegemónico y de perpetuación mediante un mecanismo plebiscitario".

Asimismo, convocó a aprobar el "Proyecto de declaración de Rosario", elaborado por la cúpula partidaria y las autoridades de la convención, como el punto de partida de "conversaciones a la luz pública con fuerzas amigas" destinadas a consolidar "una alternativa política".

No obstante, el documento recibió cuestionamientos. La secretaria general de la UCR, la bonaerense Margarita Stolbizer, alertó que se "intenta imponer a un candidato (Lavagna) y es rupturista".

También enfatizó que "son rupturistas quienes están con el gobierno y los que apoyan a Lavagna", tras lo cual reclamó otra convención que defienda la identidad partidaria y no discuta candidaturas.

Stolbizer, quien advirtió que sus convencionales no aprobarán la declaración, no fue al acto que, luego del cuarto intermedio en Luz y Fuerza, Alfonsín encabezó anoche en el Sportivo América (ver página 10).

Luis Changui Cáceres, convencional santafesino, trato de poner paños fríos. "Primero hay que resolver el camino electoral", explicó a La Capital el dirigente, que no descartó pedir hoy un cuarto intermedio hasta marzo próximo.

Al titular de la UCR, Roberto Iglesias, no le molestó "para nada" la foto que Lavagna se sacó el jueves pasado con varios ex duhaldistas. "No tengo ningún problema de gorilismo. Entonamos la marcha radical y que los demás canten lo que les guste", agregó el ex gobernador mendocino y actual diputado nacional, que le bajó el telón a la primera jornada de debate.

El escenario también potenció las especulaciones sobre los alcances de la coalición pretendida cuando, en medio del discurso de Stubrin, irrumpieron los diputados Hermes Binner (candidato a gobernador) y Eduardo Di Pollina, el intendente Miguel Lifschitz y el senador y presidente del PS, Rubén Giustiniani, quien ratificó "el compromiso de seguir trabajando juntos" como en Santa Fe, con el Frente Progresista. Ovación para los socialistas.

Hasta el miércoles pasado, la definición del futuro de la UCR se remitía al rechazo al gobierno o a la adhesión a la concertación de Kirchner. Aunque el faltazo del Movimiento Federal Radical (5 mandatarios provinciales y 182 intendentes) pareció allanar el camino a la conformación de una coalición opositora.

La amenaza de quiebre en el centenario partido creció con la contramarcha del radicalismo K (o G, por gobierno, como se autorrotularon) y el hecho de que la conducción de la UCR tenga asegurados los votos necesarios para imponer un marcado perfil opuesto a Kirchner.

Pese a la deserción de los liderados por otro mendocino, el gobernador Julio Cobos, se intentó disimular una fractura apostando a que aquellos con perfecta sintonía con Balcarce 50 se vayan solos de la UCR.

La buena predisposición de los radicales K se diluyó el martes con la presentación del proyecto para la declaración a suscribirse en Rosario. Luego Kirchner les aconsejó en persona: "Nadie va donde se pierde".


Rituales
La convención arrancó con todos los rituales de la liturgia radical (hubo informes de situación de los bloques en el Senado y en Diputados) y el debate a reanudarse hoy ahondará las diferencias con los rebeldes.

Si bien no serán expulsados, el documento final incluiría la prohibición del uso de los símbolos partidarios a todos aquellos que vayan a las urnas en sociedad con el kirchnerismo.

Después del trabajo matinal en tres comisiones, por la tarde llegará el turno de la oficialización de la "Declaración de Rosario". Todo indica que será difícil aquietar el embravecido mar radical.
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La convención en pleno, en Luz y Fuerza.

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