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 domingo, 18 de junio de 2006  
La vidriera que la dictadura le quiso vender al resto del mundo

El Mundial de 1978 fue una jugada clave para los artífices de la más sangrienta dictadura militar que registra la historia argentina. El objetivo: construir una estratégica vidriera para venderle al resto del mundo la imagen distorsionada de un país en el que, fronteras adentro, morían miles de personas.

Pero la aventura castrense no fue barata. Según reflejaron investigaciones periodísticas, la Copa del Mundo en la Argentina demandó más de 700.000.000 de dólares, diez veces por arriba de lo calculado por el comité organizador, el EAM 78, que nunca trazó un balance oficial.

El comité fue dirigido por el marino Carlos Lacoste, breve presidente entre Roberto Viola y Leopoldo Galtieri, quien llegaría a ser segundo en la línea de gestión de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (Fifa).

El Mundial quedó inaugurado el 1º de junio en el estadio de River Plate. "Bajo el signo de la paz", como arengó el dictador Jorge Rafael Videla. A pocos metros del Monumental de Nuñez, se torturaba y mataba en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), el centro clandestino de detención más grande utilizado por el terrorismo de Estado.

En 1982 la Selección de César Menotti debutó en España, mientras la Argentina combatía, desde hacía dos meses, con los ingleses en las islas Malvinas tras el intento de recuperación del 2 de abril.

Después de quedar eliminado en la segunda vuelta frente a Italia, el equipo regresó a un país conmovido. La guerra se había perdido, Galtieri ya no estaba en el poder y los militares comenzaban a evaluar una salida democrática.

Estadística

La Argentina disputó catorce de los dieciocho torneos jugados desde la primera Copa del Mundo en Uruguay, en 1930. Curiosamente, en tres de los campeonatos en los que participó, la Selección se fue del país con un presidente y retornó con otro.

En 1966 el equipo argentino que viajó a Inglaterra fue despedido por Arturo Illia. Después de perder 1 a 0 ante los locales (con el incidente protagonizado por Antonio Rattín), los jugadores y el cuerpo técnico se encontraron con la administración de facto de Juan Carlos Onganía.

En 1974, al partir la Selección rumbo a Alemania, gobernaba Juan Domingo Perón. Aunque el 3 de julio, cuando quedó eliminada en semifinales, el poder ya estaba en manos de María Estela Martínez (Isabelita). Desde hacía dos días los argentinos lloraban la muerte del general.
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