Año CXXXVII Nº 49144
La Ciudad
Política
Información Gral
El Mundo
Opinión
La Región
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales
Ovación Mundial


suplementos
ediciones anteriores
Página Solidaria 14/06
Turismo 11/06
Mujer 11/06
Economía 11/06
Escenario 11/06
Señales 11/06
Educación 10/06
Autos 25/05

contacto

servicios
Institucional

 domingo, 18 de junio de 2006  
El Mundial, una herramienta funcional a la política argentina
Alfonsín aprovechó para llenar la Plaza de Mayo. Menem avanzó con el indulto, privatizaciones y reelección

Javier Felcaro / La Capital

Los zigzagueos de la política siempre fueron de la mano de la participación argentina en los mundiales de fútbol, tanto en los años democráticos como en las etapas históricas más oscuras en las que la pelota sí se manchó.

Al margen del caso más emblemático de manipulación política, durante la última dictadura militar (ver aparte), desde 1983 hasta ahora la mayoría de los presidentes buscó capitalizar la fiebre mundialista al momento de tomar decisiones o avanzar con ciertas medidas que, en otro contexto, hubiesen detonado un debate profundo o, directamente, el rechazo popular.

Hace 20 años, tras ganar en México la Copa del Mundo por segunda vez, Raúl Alfonsín le cedió el balcón de la Casa Rosada al equipo dirigido por Carlos Bilardo. Festejaron los campeones y el jefe del Estado que, si bien no se hizo ver ante la multitud junto a Diego Maradona, logró llenar la Plaza de Mayo.

Quizás por obra y gracia de la mano de Dios, nadie recordó que, poco antes de que el balón rodara sobre el suelo azteca, el secretario de Deportes de la Nación, Rodolfo O'Reilly, había pedido la cabeza de Bilardo por los magros resultados obtenidos en la preparación.

De todos modos, tras haber enjuiciado a los represores, sofocado dos rebeliones carapintadas y dictado las polémicas leyes de punto final y obediencia debida, el caudillo radical terminó yéndose antes de tiempo, jaqueado por la inflación.


Noches mágicas
En 1990, Carlos Menem se despacharía, bajo el pretexto de "pacificar" el país, con el indulto a los militares. Los argentinos, en tanto, auscultaban el tobillo de Diego, quedaban al borde del infarto con los palos salvadores frente a Brasil o multiplicaban los pilatos para que Sergio Goycochea tapara el próximo penal.

Aunque el Mundial de Italia dio para más: el riojano firmó el decreto de privatización de la ex Entel, anunció que haría lo propio con el servicio de gas y centró la mira en la explotación por peaje de las principales rutas del país.

Menem, además, se erigió en el presidente más futbolero (llegó a calzarse la celeste y blanca en un amistoso). Fue el anfitrión de veladas en Balcarce 50 o en el microcine de la Quinta de Olivos en las que abundaron la pizza y el champán, junto al sempiterno séquito de funcionarios, políticos (alguno con la cábala del calzoncillo rojo), deportistas y representantes de la farándula vernácula. Fixture en mano, programó varios encuentros frente a la pantalla gigante.

Pero también le cedió el balcón de la Rosada al equipo subcampeón apenas aterrizó en Ezeiza. Y la plaza se volvió a llenar en honor a los "campeones morales", derrotados (otra vez bajo la batuta de Bilardo) merced al inexistente penal cobrado por el mexicano Edgardo Codesal a favor de los alemanes.

El Mundial de 1994 encontró a Menem en plena movida reeleccionista. Por entonces se terminaba de redactar en la Convención de Santa Fe la nueva Constitución que, a través del Pacto de Olivos rubricado entre el PJ y la UCR, le allanaría el camino a un segundo mandato.

Poco antes de que a Diego le "cortaran las piernas" y que todo el país lucubrara respecto del complot escondido detrás del dóping positivo del astro, el ministro de Economía, Domingo Cavallo, les dio luz verde a las AFJP, es decir, al sistema privado de jubilaciones. El regreso de Estados Unidos fue con la frente marchita y sin balcón.

Francia 98 halló a Menem con la re-reelección entre manos. La única posibilidad de modificar lo establecido cuatro años antes por la reforma constitucional era apelar a la Justicia. Por eso, el entorno del riojano especuló con la llegada del equipo de Daniel Passarella a la final, al tiempo que preparaba un plebiscito.

Es que, según la lógica de los estrategas menemistas, las calles abarrotadas de hinchas y banderas edificarían la escenografía propicia para que la Corte Suprema cumpliese el sueño dorado del jefe del Estado.

En sintonía con la eliminación frente a Holanda, la economía aportó su cuota de dramatismo con las crisis rusa y asiática. La respuesta desde la Argentina fue un nuevo paquete que, entre otras iniciativas, extendió el IVA a la medicina privada y a la televisión por cable y subió el impuesto al tabaco, bebidas alcohólicas y gaseosas.

El caso de Fernando de la Rúa es único: asumió luego del Mundial de Francia y renunció, devastado por la crisis institucional más grave en los últimos años, antes del comienzo de Corea-Japón.


Cercados
Después de la inédita semana con cinco presidentes, y con el karma del corralito financiero, en el 2002 el equipo de Marcelo Bielsa encaró una performance en la primera rueda tan decepcionante como el estado de ánimo imperante en los habitantes de una Nación aún golpeada. Y mal dormida, aunque soportó estoicamente el madrugón frente al televisor.

Como las pupilas de los argentinos (incrédulos por el empate ante los verdugos suecos), el gobierno de Eduardo Duhalde seguía dilatando las medidas para sortear el cepo financiero dejado por Cavallo antes del adiós. Pitazo final, promesas que no devinieron en milagros y un interrogante para la posteridad: ¿Gabriel Batistuta y Hernán Crespo hubiesen podido jugar juntos?
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
Alfonsín le ofreció el balcón de la Rosada al equipo campeón de México 86.

Notas Relacionadas
La vidriera que la dictadura le quiso vender al resto del mundo




  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados